Hasta que la
nueva mente no se instale en el hombre y la mujer, no hay nada que hacer. La
gente se confunde cuando se reafirma en su forma de ser, como algo que
inevitablemente no se puede cambiar. No es así, puedes observar, aprender,
tener la voluntad de modelarte, y el cambio se producirá. Pero si no haces nada
más que repetir el patrón, sea positivo, negativo o pésimo, pues la cosecha que
recojas, seguramente, satisfaga poco, tanto a ti como a los de tu alrededor.
Todos podemos
convertirnos en personas mejores y más sabias. Podemos ser más correctos con
los demás, fomentar nuevos y más adecuados valores, que nos faciliten las
relaciones. Podemos tener más en cuenta a los demás, pensar más en ellos,
respetarles más, llegar a ser más amorosos y disfrutar más de la vida. Entre
todos podemos hacer cosas diferentes, y diría, que es nuestra obligación
marchar en esa dirección. Hay que poner fin a la mente corrupta instalada en la
actualidad en los puestos de dirección de esta sociedad. Hay que hacer una gran
movilización que exija la expulsión de todos los indecentes, de la vida pública
de nuestro país y del mundo.
No podemos
seguir consintiendo que los desarmados seres sin principios sigan defraudándonos
a todos, nos sigan robando y sigan alterando las condiciones sociales y humanas
de las sociedades. Deben estar fuera de todo control del poder que mueve o rige
la vida de la ciudadanía. Hay que exigirles cambiar y arrepentirse de sus
actuales procedimientos, o deben alejarse, definitivamente, de las
Instituciones. Mucho de nuestro tiempo lo deberíamos emplear en este esfuerzo,
porque vivir sometidos a un circulo vicioso de degeneración social y corrupción
política, económica, laboral, financiera y social, es muy lamentable; no nos la
merecemos, y solo podemos acabar con ella mediante la protesta, la
desobediencia y las movilizaciones constantes e incansables.
Hay que exigir
que el poder retorne a los ciudadanos y ciudadanas de este país, porque la
soberanía real debe recaer en las personas que mantienen el sistema, y no en
unos pocos que se autoproclaman salvadores de la patria. Porque ya llevan
demasiados años saqueando lo que es de todos, ¿y quiénes son esas gentes para
otorgarse esa potestad? Los papeles los han cambiado, ellos se han convertido
en protagonistas, cuando solo deberían ser meros gestores de nuestras
decisiones, y no al contrario. Ellos nos han relegado a un segundo o tercer
plano, para contribuir monetariamente y obedecer a sus preceptos, caprichos, a
sus intereses, y así nos van robando año tras año.
No podemos ni
debemos tolerarlo por más tiempo, ha de haber una respuesta rápida y
contundente contra ese comportamiento infame y ruin de muchos de nuestros
políticos, de muchos de nuestros banqueros y empresarios. Son ellos los
responsables de que se siga robando, de que se lleven los dineros a los
paraísos fiscales, de que existan dichos paraísos, de que haya déficit en las
economías mundiales, de que se produzcan falsas crisis como esta, etc. ¿De qué
hablan en esas reuniones de millonarios y potentados: G7, G8, G20, Bidelberg,
etc.? ¿De las formas de robar más efectivas, o de la mejor manera de seguir
sometiendo a los ciudadanos y ciudadanas? Porque soluciones a los problemas
mundiales de los habitantes del Planeta, seguro que no. Se puede seguir contaminando,
robar sale barato, nadie devuelve lo sustraído, las condiciones laborales y
sociales cada día son peores, y el Planeta se muere lentamente sin que remedien
el cambio climático. ¡Esa gente de poder no nos vale a nosotros! ¡Tenemos que
expulsarlos de la función pública!
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