La Champion
league, la UEFA, Moto GP, la Formula-1, los programas millonarios de
televisión, las grandes producciones cinematográficas, etc., todo está en
marcha como símbolo de poder del mundo desarrollado, pero dónde están los
refugiados, los pueblos que no tienen qué comer, la gente que muere cada día
victima de la barbarie de otros, la gente que no tiene agua potable para beber,
los niños que no van a la escuela porque tienen que rebuscar en los vertederos
de basuras, aquellos niños que tienen que trabajar y ser explotados desde su
infancia porque no tienen nada en sus chabolas.
¿Qué mundo
estamos construyendo? ¡Cómo se tira el dinero en unas partes de la Tierra, cómo
se padece en otras! ¡Estamos enfermos! Nuestras mentes no funcionan bien, somos
unos desconsiderados y demasiado egoístas. ¡Qué clase de humanidad es esta!, en
la que unos se olvidan, viven de espaldas a los grandes problemas que aquejan a
la humanidad. Hay situaciones, de gran dolor y sufrimiento, vividas a diario
por millones de personas, y no podemos esconder la cabeza como si fuéramos
avestruces. Los problemas de los demás, también son nuestros problemas, pues
tarde o temprano nos van afectar. Es por ello, que no podemos darles de lado,
ni a los asuntos no resueltos, ni a la gente que los padecen. Son personas,
como usted y como yo. Hay que exigirles a los dirigentes mundiales de todas las
organizaciones y de todos los países, que cambien el sistema mundial, el orden
por el que se rigen, las normas o las leyes. Hay que invertir en la gente pobre
para que dejen de serlo, para que no sigan muriendo a temprana edad, para que
puedan disfrutar de la vida, de los adelantos tecnológicos y del confort de las
cosas más imprescindibles: agua, luz, una cama, una vivienda, un alcantarillado,
salubridad en definitiva, una vida digna y saludable.
Desde pequeño
he conocido un mundo injusto de grandes diferencias de clases, de grandes
distancias entre los más ricos y los más pobres, un mundo moderno y un mundo
que sigue viviendo “salvaje”, pobre y muriendo de hambre. He conocido, desde
siempre, un mundo gobernado por el dinero que expulsa a la gente de sus
territorios para explotar los recursos de una zona del Planeta. He visto como
unos poderosos han especulado con lo que era de otros, creando verdaderas catástrofes
en el medio natural de los nativos, arrinconando a esos pueblos y explotando a
esa gente.
Los poderosos
del primer mundo tratan despectivamente a esos pobladores originarios de
ciertos lugares, que despertaron intereses comerciales y económicos en ellos.
Desde entonces, no han dejado de arruinar las vidas de miles de personas, a
cambio de la rentabilidad económica prevista. El mundo no deja de girar
alrededor de las transacciones y los negocios, pero no beneficia a todos por
igual, que sería lo deseable. La riqueza está muy mal redistribuida, unos pocos
tienen casi todo el dinero del mundo, y la gran mayoría solo tenemos nuestros
ajustados salarios para llegar a fin de mes; otros muchos no tienen nada, pues
con lo poco que contaban, que se lo daba su medio natural, vino el hombre
blanco y se lo arrebató. ¡Más bajo no podemos caer!
Mantener la
situación mundial actual es una vergüenza para todos nosotros, porque estoy
seguro de que todos podemos hacer algo más de los que hacemos por cambiar esta
falsa e indeseable realidad.
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