Hay mucha
gente maravillosa, todos no son petardos como muchos de los que son nombrados,
últimamente, por la televisión. Hay gente sencilla, generosa, buenas personas.
Gente con corazón, como decían los antiguos, que no les cabe en el pecho. Hay
momentos felices, agradables, amorosos, compartidos, a solas. La vida es eso,
la ola de la sonrisa y el llanto, el éxito y el fracaso. ¿Hay éxito o fracaso?,
¿a qué se debe que estemos alegres o tristes?, ¿tendrá algo que ver nuestra
interpretación mental de los hechos, estar esperando unos resultados y que se
obtengan otros? Pues ya está, dejemos de imaginar y vivamos el presente
continuo que compone nuestras vidas.
No podemos
pasarnos la vida haciendo planes, seamos más naturales, más sencillos,
simplemente vivamos. Seamos más aventureros, nada tiene tanta importancia como
nosotros le damos. Ni siquiera morirse es importante. Vivimos cada día con
total normalidad, es el estado natural que creemos nos corresponde en esta
existencia, pues morir es el momento de tirarse por el tobogán. Nos hemos subido
a la plataforma, nos hemos sentado y el cuerpo se nos va, comienza a
deslizarse, y no hay vuelta atrás, cae, resbala, sentimos que caemos y ya está.
Estamos abajo en un momento distinto al que sucedió un poco antes, cuando
inevitablemente nuestro cuerpo comenzaba a desplazarse por la resbaladera del
columpio.
Cuando abro o
cierro la corriente eléctrica, los electrones pasan por el conductor hacia la
bombilla y esta luce, pero también hago que no pasen los electrones y la luz no
enciende, pero nada de esto es un drama. El drama no es ser o no ser, sino que
cuando sea no me de cuenta de que soy, y querer ser cuando toca no ser. Es la
mente la que juega a hacernos la vida difícil, nada es un drama en sí. Puedo
sentirme todo lo feliz que yo quiera, pero también puedo amargarme todo lo que
desee, ¿se entiende esto? Tengo que reconocer que nada es demasiado importante,
mucho menos, tiene la importancia que mi mente le da. ¡Fuera rigideces!, ¡fuera
control de las cosas o las personas!, mejor observar y aprender. Mejor estar
disponibles, mejor ayudar, mejor cooperar y ser flexible, tolerante,
comprensivo y amoroso.
Todo está
sucediendo sin que nada en sí sea un drama, el drama se genera cuando queremos
torcer los resultados, cuando nos interesa otro final. Sin embargo, ya no hay
vuelta atrás, las circunstancias son unas determinadas, no las que quisiéramos
que fuesen, no hay más. Ahora, si quieres, puedes llevarte todo el día
pataleando, despotricando y amargándote, pero considera que siempre habrás
podido hacer algo diferente que te produjera mayor satisfacción y alegría.
Depende de ti, de cuan rígido/a seas en tu toma de decisión. Hay un mar, qué
digo, un océano, delante de ti, para que elijas libremente, y eso, precisamente
es lo complicado, elegir con libertad. La libertad comporta sentirse sin
ataduras mentales, sin miedos y estar suficientemente preparados para aceptar
con responsabilidad las consecuencias de nuestros actos. Pero, si estamos
dispuestos, el mundo es nuestro para hacer lo que queramos hacer, al margen de
lo que piensen los demás, de sus descalificaciones y de sus halagos. No nos
apoyaremos en nada de eso, sino en nuestra seguridad interior, en nuestra
convicción… y volaremos.
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