Un día en la sierra, algo que
todos deberíamos hacer de cuando en cuando, porque estar todo un día expuestos
al aire limpio y frío de la montaña, revitaliza, te limpia, vuelves a casa
nuevo y aquella noche duermes mejor. Ayer nos invitaron a mi mujer y a mí a
pasar el día en una finca del término del Castaño del Robledo, en Aracena, en
plena sierra de Huelva. Un día fabuloso en compañía de amigos, que solo puedo
decir que fue magnifico, ese es el recuerdo en mi cabeza y en mi corazón. Como
en todas estas reuniones, no faltó la comida variada, la bebida, los postres y
las conversaciones en las que se abordan todo tipo de temas. La finca está
apartada de la carretera, hay que adentrarse alrededor de un kilómetro o
kilómetro y medio a partir de la carretera que transcurre más cercana y desde
ese momento te olvidas de todo, no existen preocupaciones, no hay contaminación
de ningún tipo, no hay ruidos de ninguna clase… solo hay sol, frío, aire que se
respira con una facilidad que no tiene nada que ver con el que respiramos en
las ciudades. Es como si nos hubieran transportado a otro lugar, a otra época
si quieres, todo es más natural y salvaje, rodeado de castaños principalmente, estábamos
en tierra de castañas, pero había todo tipo de arbustos que crecían por doquier:
madroños de los que pendían esas bolitas rojas con aspecto peludo, que estaban
formidables y dulces. Este año por la falta de lluvias, las castañas han
crecido poco, ya se habían caído, y estaban alcanzando un punto como si se
trataran de castañas pilongas, quiero decir endurecidas y encogidas, lo que
hacía que se pudieran pelar extraordinariamente bien, y su sabor envidiable.
Hoy en casa, mientras escribo
añoro, ya, el día de ayer. Estoy seguro que me he llevado tanto, que mi ser le
echa de menos. La energía del lugar, que te revitaliza, el aire que te oxigena,
un paseo, unas fotos, agacharte de cuando en cuando a coger una castaña y
comerla sobre la marcha, igual con los madroños… excepcionalmente agradables;
es normal que mi ser al completo lo reclame, quiera más de eso porque la vida
está ahí más viva, más presente, o en mayor porcentaje. ¡Qué lástima que
hayamos hecho de lo que es tan hermoso por sí mismo, núcleos de asfalto y
cemento llenos de ruido y aires irrespirables! ¿Cómo se puede atentar contra
esta belleza y fuente de vida y salud? ¿Qué tienen los pirómanos en sus cabezas
y en sus corazones? ¿Qué veneno tienen los empresarios en sus venas cuando
deciden desforestar y arruinar un territorio así como la vida en el mismo?
No hemos aprendido a valorar lo
que la naturaleza nos da, el tesoro que representa, cómo nos equilibra, cómo
nos alimenta, cómo nos cuida, cómo nos proporciona todo lo que necesitamos. Por
supuesto, que además de la naturaleza, hemos aprendido a usar o tener otras
cosas, pero ninguna es una prioridad si lo piensan. Nos hemos metido en una
“guerra” totalmente ajena a nuestra condición natural, o sea, a lo que es
fundamental y eso nos empobrece como persona y como ser, como identidad
profunda… creo que nos hemos equivocado, es lo que siento en estos momentos. Un
abrazo para todos los seres del universo. Todos somos lo mismo… vida. ¡Unámonos
y vivamos en paz! En mi opinión, no hay objetivo más importante para la
humanidad.
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