Hay que hacer justicia, cuando
digo eso, me quiero referir a la necesidad de que las cosas estén en su sitio,
vuelvan a su sitio, sean una oportunidad igual para todos. Los recursos se
repartan entre todos, simplemente, por tener el mismo derecho a disfrutarlos,
nada de tonterías comunistas, no porque el comunismo sea ninguna tontería, sino
porque mucha gente utilizan el término con un aspecto peyorativo, como si se
hiciese mal repartiendo, equilibrando, igualando. Aquellos que más reticentes
son al reparto, son los que se sienten de una clase más elitista y, tratan de
distanciarse de los que consideran menores, más pobres, desafortunados, sin
éxito, etc. ¿Quién ha clasificado la vida y las personas?, ¿quién ha
estratificado a la sociedad?, ¿qué necesidad había de hacerlo?, ¿es bueno para
la mente de las personas sentirse de una clase u otra?, ¿qué ganamos como
humanidad estando divididos? Todo es un invento de los que pretenden manejar y
manipular a las poblaciones. El primer principio a cumplir si quieres
conseguirlo es fraccionar, escindir a la población humana, porque el poder
reside en la unión, y ellos no lo consienten, no les agrada que sabiéndose minoría
tengan enfrente a la mayoría unida. No les interesa y nos programan para
defender cada uno un equipo de futbol, de baloncesto, balonmano, una religión,
un partido político, etc., en definitiva, intentan que nos enfrentemos entre
nosotros, que pugnemos desde posiciones distintas. Es por ello que dan tanta
relevancia a la competitividad, algo que está instaurado desde la escuela y que
se prolonga el resto de la vida.
Somos nosotros los que debemos
entender el juego macabro del poder monetario y jugar pero con nuestras reglas.
Para que lleguemos a ser un contrapoder, al poder existente, debemos darnos
cuenta de que la distancia facilita nuestra debilidad, debemos unirnos,
comunicarnos y establecer un plan a seguir. Esto no quiere decir que te borres
como persona, sino que te conviertas en una persona solidaria con el resto para
que entre todos podamos remar en la dirección que nos interese, de lo contrario,
no alcanzaremos el destino previsto. Hay que comenzar a practicarlo ya en todos
los órdenes de la vida, porque esta existencia es limitada y no tiene sentido
seguir perdiendo el tiempo. Es solo un cambio de actitud hacia el colectivo y
por el bien del colectivo, para lograr las ideas que fija el colectivo y dejar
de seguir como borregos a los que dictan actualmente cómo ha de ser el mundo.
Ese es su mundo, el que les produce beneficios a ellos, no a todos. A pesar de
ello, nos venden la competitividad como necesaria, justifican sus negocios, sus
privatizaciones, suben los precios de los productos, bajan la cuantía de los
salarios, burlan la ley para tratar de ser un oligopolio de productos básicos
como los alimentos, las energías o las telecomunicaciones. Prohíben lo que más
les conviene y subvencionan, del mismo modo, lo que mejor les va a ellos; por
eso hay que hacer justicia, y para ello debemos unirnos en la lucha por
recobrar el poder que nos pertenece como depositantes de nuestros dineros para
que el sistema siga en pie. Sin esa unión nada o poco cambiará, y todo lo que
cambie será porque ellos lo concedan con mayor o menor esfuerzo.
Confraternicemos con todas las demás personas, ilusionémonos con poder ser
actores protagonistas del cambio necesario de nuestra sociedad por el bien de
todas las personas, sin excluir a nadie, no como el podrido sistema actual que
sí lo hace. Lleguemos a acuerdos en las discusiones, aprendamos a ser
tolerantes y flexibles, así como dialogantes. Siempre pensemos que por encima
de nosotros mismos ha de estar la colectividad, por el bien de todos.
Trabajemos para el todo al que pertenecemos: la humanidad. No permitamos que
nos tracen el camino. Dibujémoslo nosotros y transitémoslo juntos. El miedo es
el argumento de los manipuladores, nosotros ofrezcamos amor e ilusión que unen
y abren puertas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario