Que no nos vuelvan a engañar, que
no sigan manipulándonos, no se fíen más del PSOE, de PP ni de C’s, ahora
sabemos que han vuelto a oponerse al resto de las fuerzas políticas, no quieren
que se llegue a saber si el rey emérito ha sido un corrupto como se deduce de
las grabaciones de Corinna. Una vez más, esos partidos se ponen de espaldas a
la ciudadanía para que nadie en este país conozca la verdad de las actividades
fraudulentas de algunos y, en eso, el PSOE es reincidente, no olviden que es el
principal actor que se niega a dar a conocer la lista de defraudadores, aquella
lista que Pedro Sánchez se partió la garganta diciendo que la daría a conocer
en cuanto alcanzara la Presidencia del Gobierno, pero lo que ha sucedido es que
se ha cagado en su propia palabra, o sea, que la palabra de Pedro Sánchez no
vale un duro, Pedro no es fiable y, esto, la ciudadanía lo debe tener siempre
presente. Yo no quiero que me engañen de nuevo, pero tampoco quiero que engañen
a nadie en este país, porque no son formas de gobernar, las bases del país se
han de asentar en suelo firme, y las palabras de Pedro Sánchez son tierra
movediza.
En cualquier otro país decente,
pues España no lo es mientras siga representado por gente tan infame, tan
indecente y sinvergüenza como el actual y todos aquellos que estuvieron antes;
el presidente debiera irse a su casa. Un presidente decente, además de no
tomarle el pelo a la ciudadanía, hubiera llegado reclamando todo aquello que le
fue robado a la gente, hubiera reclamado la devolución del dinero regalado a
los bancos, el regalado a las autopistas, el regalado a las constructoras o a
las eléctricas. Un presidente decente, estaría deshaciendo las privatizaciones
injustas que han despojado a la ciudadanía de patrimonio público, representado
por empresas rentables y estratégicas, como: las eléctricas o las empresas de
comunicaciones y transportes. Un presidente decente estaría trabajando desde el
minuto cero por el bien de la gente y dar solución a sus problemas, en lugar de
irse a dar una gira veraniega por latinoamerica, creo es mucho más urgente lo
nuestro, estudiar a fondo las circunstancias que tienen que vivir nuestros
paisanos y tratar de dar verdaderas soluciones, no parchear, que es lo que
acostumbran hacer estos falsos representantes de lo público. Un presidente
decente, siempre desde mi punto de vista, haría una ley para proteger a los
trabajadores ante los abusos de los empresarios, de tal forma que cuando
denuncien a sus empresas, no puedan despedir a esos trabajadores, de ningún
modo, salvo por acción grave demostrable. Un presidente decente trataría de
estudiar una ley de expropiación industrial, para poner fin al chantaje de
algunas empresas que teniendo beneficios, amenazan con cerrar y dejar a toda la
plantilla en la calle porque se quieren deslocalizar a un territorio con mano
de obra más barata y explotada. Un presidente decente y valiente modificaría la
Constitución para que la población pueda votar cómo quiere vivir, cómo quiere
gastar su dinero y poder intervenir activamente en la vida política del país. Un
presidente decente eliminaría las pagas vitalicias de los expresidentes y
trataría de derogar todas esas otras leyes que procuran privilegios a la clase
política que no pueden disfrutar el resto de ciudadanos y ciudadanas del país.
Un presidente decente sería coherente y cumpliría todo aquello en lo que se
compromete, aplicando sentido común y, sobretodo, contando con la opinión de la
población. Un presidente decente se dedicaría a coger el toro por los cuernos y
dejaría de mentir a los españoles y españolas.
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