Me sabe mal que estemos
desaprovechando la oportunidad que tenemos para hacer cosas importantes como
sociedad, como colectivo, como humanidad. La rivalidad mal entendida, la
competitividad, el revanchismo, la avaricia, el egoísmo de un sector de la
sociedad está empeorando las cosas para el conjunto. No todas las fuerzas ni
todos los recursos se están poniendo al servicio del progreso, de la mejora,
del bienestar general. No se atajan los problemas serios que afectan a millones
de seres, se les deja morir de hambre y enfermedades que en estos momentos son
totalmente curables. Hay grandes potencias económicas que no son capaces de
ofrecer servicios sanitarios a toda la población. EEUU deja morir a parte de su
población más pobre por no poder pagar un seguro privado de salud, llegado el momento,
si el enfermo no puede pagar la factura, le ponen en la calle tal como esté,
vestido o desnudo, más o menos grave, les da lo mismo, la insensibilidad es
absoluta. Millones de personas de todas las edades se consumen, se comen sus
propios músculos, sus órganos, los devoran sin saberlo hasta perecer por
inanición. Hay millones de esqueletos envueltos en piel, que a duras penas se
mantienen erguidos, quizás, sea la última vez en su corta vida. Hay millones de
padres que no pueden llorar más por sus hijos, por el dolor que les produce ver
cómo se consumen sin poder aportarles ningún gramo de alimento, porque no les
quedan lágrimas dentro de sus cuerpos.
Ellos están aquí aunque se hallen
a miles de kilómetros. Ellos comparten nuestra existencia, este Planeta y este
tiempo para vergüenza de todos nosotros que tan felices planeamos un viaje, tal
vez, con pulserita de todos los excesos incluidos. Por eso, critico en muchas
ocasiones los eventos de la élite: las competiciones aberrantes y millonarias.
Son aberrantes, precisamente, por ser millonarias al tiempo que todo lo
anteriormente expuesto, sucede. Millones de personas siguen unos caminos
programados que evitan tomar conciencia de lo que nos están haciendo aquellos
que trazan las rutas por las que nos hacen transitar. Mientras la aberración
del despilfarro, del lujo, de las macro fiestas por las que corren todo tipo de
vicios, adormecen a buena parte de la población, millones de personas podrían
salvar su vida con unos pocos euros o dólares al día, pero esta sociedad
corrupta se los niega. Vivimos en un medio inmerso en la hipocresía, el cinismo
y la perversión… hay maldad para parar varios trenes al mismo tiempo. No se
practica la solidaridad sino la humillación, la vulneración de derechos humanos
internacionales y las autoridades que debieran velar para que eso no esté
sucediendo, se venden, se dejan comprar complacientes por los magnates de los
negocios turbios.
La vida de millones de personas
no vale nada, hemos de pensar de este modo al ver cómo actúan. Se podrían
salvar millones de vidas humanas. Se deberían salvar esos millones de vidas
porque están aquí para algo, no solo para sufrir y morir. El hombre se niega a
sí mismo la inteligencia, se muestra incompetente, inútil, cobarde, prepotente
y sumamente egoísta, al no ser capaz de crear una sociedad más justa, más
protectora de nosotros mismos, poner máquinas a trabajar al servicio de las
personas, al no saber implantar un sistema en el que ganemos todos, y no hablo
esencialmente de dinero. Podemos hacer mucho más de lo que esta sociedad de
reglas limitantes nos permite hacer. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad
de todo lo mejor y de todo lo peor, pero los principios, la educación, la
formación, etc., nos modela, nos impiden cometer actos deliberadamente aberrantes;
lo malo es que los que han usurpado el poder de las naciones solo tienen ojos
para los billetes, y carecen de esos principios, de esos valores, de educación
y vergüenza.
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