La noticia de hace unos días es la infestación
con listeria proveniente de la carne mechada, de la marca comercial “La Mechá”
y fabricada por la industria sevillana Magrudis. El germen patógeno que ha provocado
el brote de listerioris produce diarrea, fiebre y dolor de cabeza, pudiendo
llegar a ser mortal en algunos casos: niños, ancianos o embarazadas.
Eso
es lo que ha sucedido, pero el quid de la cuestión es por qué, por qué el
bichito se cuela en la producción de un alimento, por qué se salta el control
de calidad o analítico de la empresa que lo produce. De ahí, que nos asalte,
una vez más, el miedo y nos cuestionemos si estamos seguros con aquello con lo
que nos alimentamos. Nos llevamos todo el día consumiendo productos envasados,
fabricados en industrias de las que desconocemos su grado de pulcritud y
control en el manejo de las materias primas que se utilizan para conseguir
muchos de esos alimentos que consumimos.
Algunas
industrias realizan un control aleatorio de muestras de algunas de sus
fabricaciones por si detectan algo nocivo o extraño. Sin embargo, casos como
este y otros muchos que hemos sufrido a lo largo de la historia, nos deberían
valer para comprender que antes de poner un producto destinado para ser
ingerido, sea comido o bebido, cada lote fabricado debiera ser sometido a un
control y a unos análisis rigurosos.
Las
empresas buscan cada día vender más que sus competidores y, para ello, tratan
de poner sus productos en el mercado a un precio inferior que los demás. En
esta lucha por conseguir una mayor cuota de mercado, hay empresas que adquieren
partidas de materia prima más económica por canales poco fiables, que tal vez
mezclen con sus materias con las que fabrican habitualmente, consiguiendo
abaratar los costes de la mezcla realizada. El origen más o menos desconocido
de esas materias que incorporan a la fabricación pudiera ser el desencadenante
de lo que ha sucedido, pero esto es pura sugestión mía.
Todos
nos podemos imaginar que tratar de vender más que nadie, cuando los productos
tienen un coste fijo y uno variable para todas las empresas muy parecido, es difícil
de llevar a cabo con una bajada significativa del precio del producto, a menos
que exista una anomalía sintomática. El mal de la sociedad actual es el estado
de alerta continuado y competitivo en el mercado. Solo tener que preparar los
productos para que puedan permanecer en buen estado, durante días, en las
estanterías de los supermercados, es motivo para que se adulteren los productos
y se les añada cantidad de sustancias ajenas a nosotros, los consumidores,
pudiendo acarrear futuras enfermedades. Digo futuras enfermedades, porque
probablemente las sustancias se añaden en tan pequeñas cantidades que no
provoquen efectos inmediatos, salvo en determinadas personas especialmente
sensibles a algunos de los aditivos. O sea, el tratar de vender más también se
hace a costa de nuestra salud, algo que a las autoridades no les debe parecer
mal cuando lo permiten. Nos llevamos todo el día consumiendo alimentos y
bebidas adulterados… ¡demasiado bien estamos!
Ya
que estamos en tema alimentación, me gustaría abundar en algunas de las ideas
que tengo sobre este tema, algunas de esas ideas son más normales o llevaderas,
y otras más radicales o excéntricas. Por un lado, como base, tendríamos que
saber alimentarnos, deberíamos conocer algo sobre nuestro organismo y sobre los
alimentos, deberíamos aprender algo de dietética para confeccionar nuestras
propias dietas para la familia y para mantener mejor nuestra salud. Por otro
lado, tendríamos que comer productos ecológicos. Alimentos que no hayan sido
rociados o pulverizados con cantidad de sustancias venenosas. Siempre nos dicen
que esos venenos no llegan a nuestros organismos, cómo es posible que estén
pulverizando ciertas plantas desde que nacen y los frutos de las mismas estén
exentos de sustancias nocivas a la hora de consumirlos.
Entrando
un poco en el sentido radical de la alimentación y el respeto por la vida
animal, insto a que investigue el gobierno una alimentación completa sin la
incorporación de ningún tipo de carne, pero no por el hecho de no consumir
carnes en buen estado, sino por el respeto de la vida de los animales,
organismos complejos, similares a los nuestros, porque en el ser evolucionado
no cabe asesinar.
Por
último, el aspecto más radical de los estilos en los que pienso para
alimentarnos, sustituir la alimentación tal como la conocemos por capsulas de
alimentos extractados y disecados, que nos aseguren una alimentación completa y
siga evitando el sacrificio o asesinato de miles de millones de animales que se
sacrifican cada día en el mundo. Este sistema nos evita tener que ir a comprar
o el trastorno diario de saber qué vamos a poner de comer. No hay que hacer la
compra ni hay que meterse en la cocina… ¡un gran problema diario resuelto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario