En nombre de
la supuesta ciencia, un equipo de investigadores chinos se ha tomado la
libertad, no sé si ética, de implantar un gen humano, el que ha dado en llamar
MCPH1, responsable del desarrollo del cerebro humano a un grupo de monos.
Luego, para justificar su aventura absurda y quién sabe si peligrosa en un
futuro, ha lanzado un par de sandeces como que el experimento arrojará luz
sobre la evolución de la inteligencia humana, o que podremos llegar a saber qué
es lo que hace único al ser humano.
Esto de
humanizar los monos es querer jugar a ser dioses y trastocar el orden natural
de las cosas. No creo que nos dé tiempo de apreciar una evolución que requiere,
según nos han contado, miles o millones de años. Al menos lo que siempre se ha
estudiado en la escuela es que si descendemos de los primates, eso no fue de un
día para otro, tal vez ese equipo de investigadores esté intentando dar un paso
de gigante en la evolución y tratar que en dos o tres generaciones los simios
se parezcan mucho más a nosotros, o tengan una inteligencia similar.
De cualquier
manera, pienso que no somos respetuosos con los animales y, en este caso, el
hombre actúa como cuando modifica genéticamente las plantas para conseguir un
cultivo que, según argumentan, nos convenga más, sea más resistentes a ciertas
plagas, pero nunca se olvidan en esas manipulaciones transgénicas de
eliminarles la creación de semillas o anularles la reproducción, para que los
agricultores tengan, cada año, que comprar semillas o plantones porque la
propia planta es incapaz de darlas para la siguiente siembra. Siempre el
negocio, es como se suele decir, una de cal y varias de arena, te ofrecen algo,
pero sin obviar lo que es de su verdadero interés para que al siguiente año los
agricultores tengan que invertir en más semillas. Lo que hacían antes, era
guardar semillas al final del ciclo de producción de la planta para cultivar al
año siguiente, y eso cada vez está más limitado porque las plantas han sido
modificadas genéticamente y no siguen su ciclo completo natural.
Con los
animales se practican cantidad de terapias, se les hace enfermar, se prueban
fármacos, se les operan, se les matan, y a nadie parece importarle nada porque
sirven para que la humanidad pueda resolver problemas que ella misma o, mejor
dicho, una parte minoritaria de ella, ha creado. Cuántas enfermedades se han
probado e inoculado para infectar a propósito y posteriormente vender los
remedios para curarlas. Cuántas enfermedades se propagan porque el mismo hombre
crea el ambiente oportuno para que existan esas enfermedades, y cada día
alcance a un número mayor de población mundial. Hablo de malos hábitos al alcance
de la mano de todos: alcohol, tabaco, drogas, alimentos y bebidas adulteradas, también
el estrés, disgustos, miedos, excesos de responsabilidades, etc. Todo esto nos
enferma y casi todo lo propicia un sistema ilógico y contrario a nuestra
naturaleza. A pesar de todo lo dicho, los animales no tienen que ser víctimas
de nuestras malas decisiones, de nuestra locura, e implantar enfermedades en
animales es cruel, igual que modificarles genéticamente si no es para salvarles
la vida.
Espero que la
pretensión de dominar a los demás se acabe algún día. Deseo que la humanidad se
preocupe más del colectivo, sea inteligente en las decisiones que adopte por el
bien de todos. Anhelo el fin de toda bestialidad y crueldad tanto con los
animales como con las personas. Las guerras ya no tienen cabida en este Planeta,
tampoco ningún tipo de violencia, todos debemos tener un mejor o peor trabajo,
pero que nos reporte dinero suficiente para vivir dignamente llegando a final
de mes. Estos deseos y anhelos muestran que hay mucho por hacer, como he dicho
en otras ocasiones, por tanto hay que investigar para alcanzar esa sociedad, y
ese mundo, que la mayoría de las personas sanas mentalmente, correctas y con un
buen nivel de educación, ansiamos. Dejen a los monos tranquilos, dejen a los
ratones tranquilos, también a los perros, a las ratas. Dejen de torturar
animales y personas, céntrense en investigar el modo de alcanzar la sociedad
que nos merecemos si es que somos tan inteligentes como nos han hecho creer.
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