De alguna
forma sé que soy repetitivo en el tema, pero tengo que volver a las leyes por
ser las normas por las que se rige nuestra sociedad, y porque como siempre, son
los mismos, los políticos, los que tienen sobre sus espaldas la responsabilidad
de hacer unas leyes más justas y contundentes para evitar que vivamos en la
jungla de los delincuentes, corruptos, estafadores, abusadores, violentos y
defraudadores.
Hay que poner
fin a la secuencia tan habitual de setenta detenciones, o sea, detención y
consiguiente puesta en libertad de personas que parecen no temer nada a la ley
y, por tanto, han hecho de la extorsión y el atraco su modo de vida. La
seguridad ciudadana ha de ser una realidad, la ciudadanía trabajadora, dedicada
a sus obligaciones y a sus tareas familiares, no pueden ser presas de esos
desaprensivos ni de la inacción de las leyes del país. En este aspecto hay un
tema por el que se suele pasar de puntilla, del que casi nadie habla, y por el
que casi todos nos gusta quedar bien y ser demasiados esplendidos, pero hay
algo a tener en cuenta: si entran muchos inmigrantes y no consiguen trabajo,
algo han de hacer para buscarse unos ingresos, o se fomenta el fraude fiscal y
el movimiento de dinero negro, o se fomenta la delincuencia. Entiendo, que
España como país solidario pueda tener previsto en su presupuesto una partida
para emplearla en solidarizarse con aquellas personas a las que deba dar asilo
político, estén en peligro en sus países, etc., pero rebasado ese cupo ¿qué
hacemos? Es complejo y delicado el tema, ya sé, son personas, ¿cómo vamos a
oponernos a acogerlas?, pero nos faltan recursos, no tenemos empleo que
ofrecerles, no tenemos espacio físico adecuado para esas personas, ¿somos xenófobos?,
creo que no podemos etiquetarnos de esa manera, también hay que entenderlo, España
ni siquiera es capaz de asegurar un puesto de trabajo para cada español o
española en disposición de trabajar. El problema de la inmigración con recursos
económicos de los propios inmigrantes, que quieren dejar voluntariamente sus
países porque deseen hacer carrera en otro país, no resulta una carga para ese
otro país. Pueden encontrar vivienda y local para establecerse, comenzando a
hacer una actividad comercial o industrial. El problema de la inmigración es
cuando a esas personas hay que ofrecerle todo, techo, ingresos y atenciones de
todo tipo… ¡nos desbordamos! Es un problema que mundialmente se debería
resolver en origen, allá en sus países, conocer el motivo por el cual no pueden
o no quieren vivir allí. Es un conflicto internacional que debería ser tratado
por las autoridades mundiales, para obligar a los gobernantes de esos países
donde la vida les resulta más cruel a sus ciudadanías, para que dejen de
apretar y ahogar a la gente, para que no pongan en riesgo sus vidas, para que
les dejen vivir en paz y para que abran un poco la mano y permitan que sus
riquezas se distribuyan un poco más generosamente entre sus pueblos. Debiera
orquestarse un gran complot mundial, para poner fin al conflicto de la
inmigración que huye de sus países, por hambre, por miedo, por necesidad de preservar
sus vidas.
Por qué no se
desarman los países, por qué no se acaban los conflictos bélicos, por qué no se
deja un poco al lado: “lo primero es el
dinero”, y lo cambiamos por: “lo
primero son las personas”, y se hace un mundo donde todos podamos vivir
mejor y en paz. Hay recursos suficientes para hacerlo, pero como casi siempre,
lo que falla es la voluntad de prosperar en ese sentido. Las leyes también
debieran estar ahí para reequilibrar la riqueza, limitar los abusos, aminorar las
diferencias excesivas, frenar el avance sistemático de agresividad y odio entre
países. En un mundo de personas civilizadas, educadas, con formación e
inteligentes, no tienen cabida los descalabros tendenciosos que algunos
provocan para justificar invasiones, saqueos, destrucción, humillación y
obediencia de otros.
Somos miles de
millones de personas en el mundo obedeciendo los dictados de una minoría de
poderosos que nos explotan con mayor o menor disimulo, dependiendo de la zona
mundial que nos ha tocado vivir. Hay que poner fin a esto, hay que rebelarse
contra los tiranos. Hay que hacerles ver que esto se ha terminado, que su
dinero no vale una mierda, que no nos van a seguir pisando el cuello. Para ello,
y desde este mismo instante, los monigotes políticos tienen que cortar el hilo
que les une a esos indeseables traidores del género humano. Se han de desatar y
dejar de seguir siendo sus marionetas para servir al pueblo de verdad. Entre
todos podemos despojarlos de sus industrias si hiciera falta, podemos auditar
cuánto de su dinero ha sido ganado ilegalmente, abusivamente, se les puede
ordenar a los bancos a retenerlo y devolverlo a las arcas públicas, pero claro,
para el beneficio colectivo, no para que sea requisado al tirano y se lo
repartan los políticos.
Con leyes
dictadas por el pueblo y no por los arrodillados de turno, se podría hacer
mucho por la gente. No queremos robarles a los ricos, queremos que nos
devuelvan lo que ganaron explotando a la gente. Queremos que los Estados no
tengan más contemplaciones con esa gente, porque son estos los que más sacan de
los esfuerzos de la gente, y los que en comparación menos contribuyen a lo
público. Las leyes tienen mucho que decir en contra de esa tiranía, empezando
por dejar sin efecto cualquier forma de ingeniería financiera-fiscal, que les
permita hacer muchos negocios exentos de carga fiscal en la misma proporción
que el resto de la población trabajadora. Hay que perder el miedo a los
inversores y a sus movidas que tienen el fin de presionar a los legisladores
para que en sus países se haga lo que ellos quieran. Cuando dieron la noticia
de la recesión en la que estaba entrando Alemania, lo primero que nombran es
que los inversores dejan de poner dinero en Europa. No podemos estar a merced
del capital externo, ellos no pueden ser los poderosos que nos marquen el
ritmo, debemos llegar a ser autosuficientes con nuestros impuestos, para ello
es necesario que se acaben: los saqueos de los políticos, las obras que se
pagan siempre al doble o triple de su valor real, que se dejen de subvencionar:
asociaciones, partidos políticos, sindicatos, casa real, etc. Los políticos se
deben poner un sueldo propio de un trabajo, vamos, que se igualen un poco a la
gente que dicen defender y por la que trabajan, perdonen que me ría y ahora
sigo… En la misma medida de lo dicho anteriormente con los poderosos, se debe
auditar la deuda pública, porque como dicen algunos políticos, hay una buena
parte de la deuda que es ilegal. Hay que exigir a todos los defraudadores que pongan
ipso facto el dinero estafado sobre la mesa. Hay que convertir las prisiones
en centro de trabajo, en industrias,
para dejar de tener un gasto enorme del mantenimiento de los presos.
Son demasiadas
cosas las que hay por hacer, y poca es la imaginación o el alcance de algunos
para solucionar problemas, vamos uno tras otro, cojamos un asunto, busquemos
soluciones y pongamos en práctica las medidas necesarias para resolver la
historia de una vez. Cuarenta años de supuesta democracia bipartidista nos han
llevado al enquistamiento de los problemas sin que ninguno de los adalides de
dichas fuerzas políticas, que se han ido repartiendo el poder, hayan logrado
vislumbrar la forma de deshacer el entuerto que ellos mismos han creado. Cuando
se traiciona al pueblo en lugar de partirse la cara por él, sucede lo que en
cuarenta años hemos tenido en España.
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