De cuando en
cuando, una y otra vez, me pregunto qué podemos hacer para desembarazarnos de
este sistema político engañoso y traidor, que entiende la democracia como mejor
le conviene, haciendo una burda manipulación de lo que es el sistema, a los
ojos de la ciudadanía. Es una de mis mayores preocupaciones colectivas, porque
siento que no hay igualdad sino más bien todo lo contrario. Porque hemos
asistido demasiadas veces a contrariedades como: robarnos nuestro dinero,
privatizarnos empresas públicas rentables, o traicionarnos con decisiones que,
a posta, son contrarias a nuestros intereses, o sea, que nos han perjudicado.
Es una
inquietud por volver a retomar el poder para dictar las normas según las cuales
queramos vivir, así como marcar la dirección en la que como sociedad queremos
caminar. Me siento engañado por la clase política, en cuanto a que no destinan íntegramente
los dineros recaudados a los menesteres para los que se recaudan. La clase
política vive en connivencia con una clase empresarial que le indica por dónde
transitar, y muchas veces, la mayoría, los intereses de dicha clase no coincide
con los nuestros, pero a la hora de hacer leyes esas tendencias o presiones de
los empresarios fuertes de este país, tienen peso, tanto como para modelar la
política del país. Yo no quiero que eso siga sucediendo, es necesario que los
cargos políticos destacados: presidencia, ministerios u organizaciones públicas
de relevancia, tengan que ser ocupados por gente que pase un filtro serio de
calidad humana y profesional, casi por ese orden, diría yo. Cualquier abogado y
sin ni siquiera hablar idiomas llega a presidente del Gobierno de nuestro país,
cuando para cualquier puesto de trabajo, sin la supuesta responsabilidad que se
le presupone a ser presidente de España, le exigen mucho más.
Sigo buscando
una salida al desmadre político gubernamental-jurídico en el que se ha
convertido las Instituciones del país. Se han repartido el poder que nos
correspondería a la ciudadanía y nos han dejado al margen. Se han puesto de
acuerdo para que el peso de la ley caiga, principalmente, salvo excepciones
demasiado escandalosas, solo en las clases más pobres. Los que han hecho las
leyes ya han dejado suficientes grietas por las que escapar de la acción de la
maltrecha justicia de España. De la prescripción de justicia, responsable del
80% de absoluciones de delincuentes de guante blanco, autoridades y altos
cargos públicos y de empresas importantes privadas, nadie habla, ningún
político dice algo en su contra, es el perfecto salvoconducto cuando la
justicia hace todo lo posible por dejar pasar el tiempo y no saca ciertos
procesos adelante. Hay suficientes mecanismos legales que son injustos, pero
permitidos, para hacer que los procesos se demoren hasta que se salen de plazos
para sentenciar, llega la prescripción y tienen que absolver a los
delincuentes, no hay caso, hay que archivar, los delitos existieron, hay
delincuentes, pero unas letras en un papel dicen que el plazo ha transcurrido,
ya no se puede condenar a los infractores… y esto lo hacen de maravilla.
De todo esto
tenemos que salir, hay que buscar la salida a todo este atropello, esto no es
democracia, el poder no lo tiene el pueblo sino los que están dictando esas
leyes injustas que el pueblo desearía eliminar del conjunto de leyes del país.
Este país como todos son oligarquías, el poder está en manos de unos pocos, de
una minoría, y que no sigan con el cuento de que la soberanía reside en el
pueblo… ¡menos lobos, caperucita! Hay una puesta en escena, las elecciones en
las que el pueblo vota una cosa, que posteriormente los políticos ya se
encargan de desvirtuar e interpretar a su manera y conveniencia. La misma ley
electoral es un timo y de los gordos, iba bien cuando había pocos partidos para
asegurar el bipartidismo que reinó durante cuarenta años en este país, pero es absurdo
e inútil en la actualidad porque las condiciones han cambiado. Una ley justa es
la que contempla una persona, un voto, y la que asegura que para obtener un
escaño a cualquier partido político, le va a costar igual número de votos que a
los demás. Este debiera ser el punto de salida, comenzando por dar una igualdad
de condiciones a todos los que opten a representar a la ciudadanía. Por otro
lado, si hay formaciones que obtienen votos, una vez superado un mínimo
aceptado por todas las formaciones, todas esas formaciones que superen el
mínimo deben estar representadas en el Congreso y, asimismo, en el Gobierno.
Los gobiernos deben ser plurales, multicolores, siendo un original fiel de lo
que la gente vota, no una conveniencia que solo busca tener una mayoría con la
que pisotear a la minoría para imponer lo que mejor le convenga a esa mayoría.
Eso no es democracia, el pueblo no decidió tener una ley mordaza con la que
callarle la boca y atarle pies y manos. El pueblo no eligió un artículo de su
Constitución para asegurar el pago de la deuda antes que comer, vivir o
asegurar nuestra salud o educación. El pueblo no es el facilitador de que todos
los corruptos que hay y ha habido en este país se hagan millonarios a su costa,
y no paguen por ello ni devuelvan lo robado. El pueblo no es el que decidió
regalar miles de millones de euros a bancos y cajas de este país. El pueblo no
es el que decidió privatizar empresas estratégicas y rentables, muy rentables,
que eran de todos, como las eléctricas, Telefónica, Aena, etc. El pueblo no es
el que decidió que le recortasen los sueldos ni le empeorasen las condiciones
de vida. El pueblo nunca ha sido el autor de indultos a amigos corruptos de los
políticos, incluso a políticos corruptos. El pueblo no fue el que cometió el
fraude andaluz de los EREs o de la formación para desempleados, ni de que no
devolvieran lo robado, o de que sigan muchos de sus responsables por la calle.
El pueblo no ha dicho que el rey puede hacer cuanto le venga en ganas, por muy
inhumano, delictivo o injusto que sea, porque su figura es inviolable. O sea,
todo este tinglado es un apaño y un amaño con el que unos se enriquecen a costa
del resto, yo no creo que a esto le debamos llamar democracia, o como otros se
han empeñado en decir: Estado de Derecho o constitucional; más bien esto es una
selva de pillos y sinvergüenzas tratando de sacar la mayor tajada del pastel
durante los años que puedan estar tocando poder.
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