Imagen: www.tuplanetavital.org
Hay que dejar que todo se disuelva, o se vaya por el desagüe, al punto al que hemos llegado no creo nos convenga a nadie, en esta casa manda todo el mundo menos los que de verdad tendríamos que decidir. Eso, además de todo lo que sucede aquí dentro, de la miseria de gobernación que hay, de la indecencia con la que gobiernan, de la mafia oculta y la corrupción descarada, vuelvo a repetir que esta circunstancia no nos beneficia a nadie, o mejor dicho, solo a unos pocos.
Lo normal es ser antisistema de un sistema mafioso, corrupto y ninguneado por Europa o EEUU, nuestra soberanía está empeñada y, además, somos deudores de una cifra casi impagable o impagable, directamente. Aquí se han confundido los términos, se puede pertenecer a un club, que es como muchos a lo largo de los tiempos se han referido, pero no por ello, nos toca obedecer y aceptar cuanto nos impongan. En casa debemos hacer y deshacer como decidamos, y en acciones conjuntas con Europa, tener unas normas o acuerdos de actuación, pero que esas normas nunca anulen las decisiones internas sobre asuntos propios de nuestro país, y que cuando algunos aspectos a decidir vayan directamente contra el bienestar de la gente, sea ésta la que hable, no los políticos de turno o los comisarios europeos, o el presidente de un país ajeno al nuestro.
Como todo en el mundo este pestilente del capital por delante de todo, es nauseabundo, hay que alejarse de pertenecer a clubes que te hunden y endeudan como país, y te deja a los pies de los poderosos. Aún no nos hemos pensado como nación, todavía nuestros gobernantes no tuvieron tiempo para proyectar un país autosuficiente, de progreso en todos los ámbitos de la vida, que nos haga mejores personas, que vivamos con mayor bienestar, que brinde el mejor sistema educativo para formar a las personas, que consiga las más altas cotas en investigación, producción, tecnología, etc. Nuestros políticos, que dicen amar a España, no llegan a sentir estas necesidades, no se fijan metas como las mencionadas, que eso si es amar a tu país, y con ello a sus gentes. Destruyen toda moralidad con lo que hemos podido ver en las calles en las últimas semanas, y todos los partidos quieren caer bien y cuelgan banderas multicolores, en lugar de ejercer con profesionalidad y contundencia su profesión, y exigir se cumplan las leyes existentes para que no se margine o discrimine a nadie, pero sin hacer falta que se llegue a ese espectáculo vergonzante. Están metidos en asuntos de corrupción de sus partidos y de sus entornos: familiares metidos en asuntos raros de comisiones y abultadas cuentas bancarias, de las que difícilmente puedan justificar cómo llegó el dinero a ellas. Ministros que tienen que dimitir y son echados del partido, porque permitieron que alguien que no debiera entrar en el país, llegue en avión al aeropuerto de Madrid, le reciba ese mismo Ministro y haga un canje de cuarenta maletas en absoluto secretismo, sin que nunca sepamos qué contenían. La mujer del Presidente del Gobierno envuelta en una polémica de tráfico de influencia y corrupción. Los medios públicos que son dispuestos indiscriminadamente y numerosamente en asuntos personales. Les da lo mismo, pagamos sus caprichos entre todos.
Hay mucho más, la lista de asuntos turbios podría rellenar el equivalente a dos biblias, y quizás me quedara corto. En este país los políticos se han acostumbrado a confundir lo público con lo privado, regalan nuestro dinero a cualquier asociación con la que el Presidente quiera quedar bien o buscarse un futuro desconocido por todos nosotros. Se regala, del mismo modo, nuestro dinero, a empresas de amigos y familiares. Se coloca a todo el que se quiere, se le busca un rinconcito, aunque no tenga motivo o función concreta, pero eso sí, con un sueldo abultado, como casi siempre. Y ya si hablamos de montar chiringuitos, es que no podemos ni pestañear, o nos lo perdemos, lo montan en un santiamén delante de nuestras narices. Y todo nos va costando millones y millones sin que parezca importar nada a los protagonistas de esos despilfarros o malversaciones.
Y para completar el sistema, ya tenemos a los jueces, comprados, maniatados, del partido tal o cual, o sea, no independientes, nombrados por unos y otros, para que cuando llegue el momento de juzgarles, no haya causa, no exista el delito, por muy flagrante que haya sido, y viene la correspondiente prescripción, la falta de prueba o la anulación de las existentes, el error burocrático, y si todo falla, les queda el indulto, el archivo de la causa y el sobreseimiento. Está todo previsto. Esto es una pincelada de España, metidos a fondo, nos entraría una depresión y un estado de ansiedad que nos querríamos morir, por eso, antes que llegue la desgracia, hay que hacer todo lo posible para que este Estado se disuelva, los políticos de esta calaña se vayan a sus casas y se modifiquen las reglas del juego, que es como les gusta llamarles a todos esos infames del latrocinio.
Seguiremos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario