Imagen: areajugones.sport.es
Desde ayer, la radio difunde los actos de apertura de los Juegos Olímpicos de Paris 2024. Desde ayer todo es expectación, alborozo, alegría por la nueva competición mundial, así que mientras escucho toda esa parafernalia deportiva-turística, de rivalidad y negocio, pienso que en cualquier competición, ante el fallecimiento de una persona cercana a las estructuras deportivas, o por ser alguien conocido, o haber ocupado algún alto cargo político en el país, se suele parar la confrontación mediante el minuto de silencio, ¿Cuántos minutos, horas o días se tendrían que detener las competiciones para mostrar al mundo el descontento y la repulsa por la guerra de Ucrania o el genocidio de Israel hacia los palestinos, por cualquier otra guerra en cualquier otro punto del Planeta, por acabar con el hambre, la pobreza, la miseria o para poner fin a la explotación de los seres humanos, o para que acabe el expolio de los recursos de los países subdesarrollados por los países del, mal llamado, primer mundo?
Lo que sí se ha producido es un silencio de líderes mundiales, chupaculos de EEUU e Israel, países con intereses comerciales que no han abierto la boca mientras se produce la eliminación casi al completo de un pueblo vecino. Parece que la muerte de cuarenta mil personas sea inferior, o tenga menos importancia que cuando fallece el presidente del COI, de una Federación de fútbol, de la UEFA, etc. Para cualquiera de ellos se detendrían las competiciones con el minuto de silencio de rigor, pero los asesinados por la cabezonería de Zelenski, de Putin, de toda la Unión Europea jaleada por EEUU, de Netanyahu y todos los de la secta religiosa que se toman a sí mismos como elegidos de Dios, de un Dios cruel que les concede poder para destruir a los que ellos puedan considerar sus enemigos, no tienen derecho a que se les honre con un parón de todas las competiciones deportivas, porque éstas no son necesarias en un momento trágico, como el que nos ha tocado vivir.
El silencio de los que tienen poder para gobernar y legislar, para dirigir a las naciones hacia un lugar u otro, es el mismo silencio con el que ocultan información a la gente, con el mismo que clasifican la información para privar de conocimiento y de opinión a la ciudadanía mundial. No tenemos derecho a saber si las civilizaciones extraterrestres mantienen contacto con nuestro Planeta. No nos dan a conocer adelantos, inventos, descubrimientos o tecnologías avanzadas. No nos dicen cómo y por qué se escapa o aparece de repente un virus que crea una pandemia mundial. No publican y difunden abiertamente los encuentros secretos de los poderosos del mundo, que, desde mi punto de vista, conspiran contra el resto de la humanidad para conseguir un mundo a su medida y caprichos. Hasta las reuniones de los Ministros del país, son secretas y deben jurar o prometer que así seguirán siendo, que de allí no saldrá una palabra de lo que hablen o pacten. Lo hacen sin atender que son nuestros empleados, que somos los que abonamos sus salarios, nos toman el pelo, como siempre.
Seguiremos...
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