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Como su propia palabra indica, me voy a referir a una parte del mundo mágico, que en esta otra parte de esta existencia es más corriente de lo que podamos pensar. ¿Han escuchado ustedes alguna vez a alguien que os haya referido sobre una persona a la que echaban de menos, no la veían desde hacía mucho tiempo, y que se les vino a la cabeza, sin saber por qué, y casualmente se cruzaron inmediatamente después con ella, o le sonó su móvil y aquella persona le estaba llamando? ¿Han oído de alguna persona que sueña algo, ve una escena en sueños, y a los pocos días sucede (Premonición)? Hay algo que se nos escapa por mor de nuestras prisas diarias y preocupaciones, lo que no quiere decir que no sea posible, no pueda suceder o, que no sea una realidad más sutil, psíquica si quieres, de hecho en una búsqueda en Google, al tratar de entender algo más del significado de sincronicidad, nos indica: "El médico, psiquiatra y ensayista suizo Carl Jung utilizó en 1973 la palabra sincronicidad para referirse a dos o más sucesos de contenido similar o igual que estén relacionados entre sí de una forma no causal". Es muy probable que la telepatía, la adivinación, la intuición y todos esos procesos de la comunicación estén latentes, sean parte de la sincronicidad a la que pretendemos acercarnos en este leve escrito.
Cierto es que como tal, el término sincronicidad no está recogido por la RAE, sin embargo se encuentra muy cercano a otras palabras: síncrono o sincrónico. Con cualquiera de ellos se estaría hablando de procesos que acontecen al mismo tiempo, coincidentes, incluso coordinados. Creo que nos ha sucedido a todos, pues entre sueños, con el consciente en reposo, otras partes profundas de nosotros, perfectamente coordinadas con esos planos mentales, psíquicos, energéticos, y mucho más sutiles delos demás, se cuentan historias, interrelacionan, se hacen llegar información, se anhelan, para posteriormente indicar al consciente, ya de un modo entendible y despierto, que estás avisado de lo que próximamente va a suceder. Yo creo que son respuestas a demandas internas e intensas, a veces coincidentes con problemas no resueltos, con inquietudes, con grandes deseos, y es entonces cuando la magia de la vida, cuando la capacidad menos conocida del ser humano se precipita al consciente para recordarte algo, o para darte una solución, incluso para facilitarte el contacto con alguien, una salida, una visión, una expectativa.
No estamos aquí para ponernos zancadillas sino para colaborar, y solo el hecho de colaborar se puede considerar un acto de sincronicidad o sincrónico, puesto que atendiendo a las definiciones antes facilitadas, varias personas actúan para conseguir un fin al mismo tiempo. Sin embargo, las sociedades modernas, donde todo se ha sintetizado en términos monetarios y de poder, tales como: competitividad, rivalidad y fragmentación, se vale de la confrontación, de la división, para imponer un fin totalmente ajeno a los anhelos interiores, reales y espirituales de los seres humanos como colectivo que conformamos la humanidad. La sincronicidad se corresponde aparentemente con ese otro sentido interno y mágico, e ininteligible, obedece a una utopía de nuestra especie en evolución, que nos lleva a comprender que el avance real de nuestra civilización solo es posible desde la cooperación de todos con todos, de tener a otros seres cerca, de manifestar y experimentar sentimientos, pasiones, motivaciones, de tener respeto por el otro, de amar al otro, de acariciar y abrazar al otro, de atreverse a vivir. Todos estamos comunicados en el plano energético, no hay distancia entre nosotros, somos lo mismo. Nuestras comunicaciones mentales flotan en el éter pudiendo ser decodificadas, posibilitando la sincronicidad instantánea.
Seguiremos...
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