En el mundo
político vale lo uno y lo opuesto. Esto es lo que vienen a demostrar tanto
Irene Lozano, como Pedro Sánchez. Una vez más, en el medio donde se da con
tanta frecuencia la corrupción o el cambio de chaquetas, los estilos poco
éticos, el insulto y la ineficacia en la solución de los verdaderos problemas
que aquejan a los ciudadanos; nos encontramos con el borrón y cuenta nueva. De
lo que criticabas no he oído nada, o de lo que decía ni la misma Irene se lo
creía.
Hay una
falsedad rodeando todo lo que huela a política en este país, que es
escandaloso. La una se lleva años criticando al PSOE y ahora acepta ir en las
listas del partido. El otro no tiene en cuenta la opinión de sus militantes y
la pone en un lugar privilegiado en las listas, para asegurarle un puesto de
Diputada. O sea, que trinca de lo público en las próximas elecciones. Ni uno ni
otro muestra vergüenza, mucho menos, coherencia alguna.
Cómo alguien
que critica la ideología y el programa de un partido, durante años, se acomoda
tan fácilmente en las filas del enemigo. ¿Es creíble que esa señora va a
defender las propuestas del PSOE? ¿Se ha convertido de repente? ¿Vio una luz
que venia del más allá?
¿Por qué el
Secretario del PSOE mete en casa al enemigo? ¿Tiene una estrategia para dinamitar
al partido desde dentro? ¿Puede pensar que quien le arrojaba piedras hasta la
semana pasada, ahora le va a defender a capa y espada?
¡Por favor! ¿A
qué siguen jugando estos señores subvencionados? El listón se ha de poner más
alto. La vida pública está en mano de insensatos, que se encuentran ahí
recogidos, ganando un pastón en tiempos de crisis, haciendo un circo,
representando unos papeles y engañando a los ciudadanos. ¡Ya estamos de ustedes
hasta donde dijimos!
Ante la
oposición de los militantes de que Irene Lozano entrara en el PSOE, y mucho
menos en una posición tan favorable para sus intereses, dice Pedro Sánchez,
según he oído en la radio esta mañana, que los militantes no son los que mandan
en el partido. Solo le ha faltado sincerarse un poco más y decir que tampoco
cree en la democracia. Ya lo demostró con la elección a dedo de Ángel
Gabilondo, al mismo tiempo que destituía a Tomás Gómez, el candidato ganador de
las primarias del PSOE. Esta “democracia interna”, que va con la persona, tarde
o temprano, sale fuera y la extrapola a la vida política del país. Así que
mucho cuidado con la chusma que se elige cuando se vota.
Son muchos
años de PP y de PSOE, y suceden la cantidad de escándalos porque ni los unos ni
los otros, que han gobernado en mayoría absoluta en distintos momentos de la
historia de este país; tuvieron las agallas necesarias ni la voluntad precisa
de modificar las leyes. Siempre gobernaron dando facilidades a los sinvergüenzas,
maniatando la justicia y robando cuanto pudieron. ¡Auditoria seria desde la
transición, ya! ¡Anulación de la prescripción de los delitos desde la
transición, ya! ¡Exigir la devolución de lo sustraído, caiga, quien caiga!, y
España sale de la crisis de inmediato.
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