El lunes que
viene la Infanta Cristina y su marido Urdangarín se sientan en el banquillo de
los juzgados de Mallorca, pero con una diferencia, que Cristina es la hija de
Rey y hermana de Rey. Así que hay que echar mano de esa burda forma de hacer
excepciones en los procesos judiciales, la Doctrina Botín, que se aplica cuando
conviene que salga impune un delincuente, que resulta ser un personaje de gran
relevancia social. Lo mismo que sucedió con Emilio Botín, banquero, que en 2007
junto con tres directivos del Banco Santander se valieron de este chanchullo
judicial para eludir la justicia, por haber dejado de tributar en Hacienda por
dos mil quinientos millones de euros. ¡Ah!, pero Botín financiaba a algunos
partidos políticos del poder, y les condonaba las deudas.
La Doctrina Botín
fue una resolución del Tribunal Supremo, del 2007, para dejar sin efecto las
acusaciones particulares contra delincuentes, si a la Fiscalía y a los
supuestos perjudicados, por conveniencia, les viene en ganas no acusar a los
maleantes de turno. Vuelvo a repetir, que es una burda maniobra para hacer
excepciones en los procesos judiciales, por conveniencia de la Fiscalía,
Hacienda, La Casa Real, El Gobierno y todos aquellos que teniendo poder para
pedir justicia, lo que hacen es mirar hacia otro lado por intereses; cometiendo
prevaricación todos ellos, pues obran mal sabiendo que se han cometido delitos,
que cuando quedan impunes, los pagamos entre todos.
La Infanta
Cristina tenía una empresa a medias con su marido, el dinero entraba en su
casa, ella lo ha disfrutado como el resto de su familia, marido e hijos. Ella
tiene estudios y vivía con su marido, firmaba los documentos de la empresa,
porque era el cincuenta por ciento de la sociedad. Todo estaba bien, hasta que
la cogen con la mano en la masa junto a su marido, y claro, el culpable de todo
es él, Urdangarín, ella solo le amaba, estaba ciega de amor y por eso no veía
nada de lo que sucedía. ¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar esta tosca
manipulación de la justicia, de los jueces, y de las Instituciones para que callen
y miren hacia otro lado? ¿Hasta cuándo vamos a soportar a mediadores
especialistas en el trabajo sucio, que no cuidan lo que es de todos y nos
cuesta el dinero? Esas gentes que están haciendo el mal a sabiendas, son
alfombras del poder. Les faltan reaños para alzar la voz contra la corrupción
dentro de las Instituciones, se arrastran por el suelo y son pisoteados por su
falta de carácter y personalidad. Son monigotes al servicio de un salario que
temen perder. No digan más, muchos de los que están comiendo del Estado, que
los pagamos entre todos y obran así, que se levantan para hacer el bien para
los españoles; ¡esos no!
Volviendo al
caso de la Infanta, ¿a qué otra persona de este país, Hacienda le permite
declarar varias facturas, sabiendo que son falsas, para que no rebase el
importe por blanqueo de dinero, que ineludiblemente estaría castigado con doce
años de cárcel? A nadie más, se lo permite a la hija de Rey y hermana de Rey.
¿Por qué vemos a Cristina tan contenta cuando las cámaras la enfocan en Suiza? ¡porque
todo está amañado! ¿Y su marido dando el paseíto al perro, igualmente, tan
contento y tan feliz?, por otro tanto de los mismo. Cualquier persona decente
de este país se ve envuelta en un juicio, que sea un poco delicado, y no tiene
ganas ni de mirarse a la cara. Sin embargo esta pareja “que pudiera verse
condenada a varios años de cárcel” hacen una vida de lo más normal. Ya saben
que el escudo protector está desplegado. ¡Hay varias Españas y justicias de
diferentes velocidades!
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