Si somos la
vida, no podemos ir en su contra. Tenemos que darnos cuenta de esto, y ser lo
bastante inteligentes como para fluir con ella. Lo más natural se aproxima más
a la vida, que las cosas más artificiales, aunque los encontremos en este
contexto de existencia. Aquí tiene cabida todo, pero las repercusiones de vivir
de una forma u otra, no son las mismas.
La vida es
energía, amor e inteligencia-creatividad, otros aspectos de la personalidad están
fuera de este tridente básico y esencial. Son aspectos adoptados por unas
personas más que por otras, pero que cuanto más se alejen del principio de la
vida: energía, amor e inteligencia-creatividad; no hacen más que crear algún
tipo de complicación.
Es como tener
más cosas, pues de más cosas te has de ocupar y preocupar. Más recursos te
exigirán, el secreto está en simplificar. Cuanto más sencilla sea tu vida,
seguramente, más feliz seas; porque vives más cercano a lo que es la vida en
sí. Las sociedades se han vuelto complejas, envueltas en mecanismos
burocráticos de difícil comprensión, mucho papeleo con abundante letra pequeña
que casi nadie entiende. Hay demasiadas imposiciones y prohibiciones que
sustituyen a otros sistemas educativos, que hagan del hombre un ser mejor y más
avanzado. Muchos de los objetivos e intereses instalados en la sociedad, poco o
nada tienen que ver con el sentido y la dirección de la vida, por lo que
provocan mucha infelicidad a las personas.
Teniéndolo
todo para ser seres felices y especiales, hemos tomado la senda de la oscuridad
y la pobreza física y de espíritu. Las escuelas no saben nada del ser humano,
solo saben atiborrar a los niños con conocimientos aprendidos de memoria para
aprobar los exámenes y obtener unas calificaciones. Con esto ya todos están
contentos: padres, niños y profesores, pero dejan atrás lo más importante: el
desarrollo de las capacidades del niño como ser humano. Consiguen titulados que
ya no recuerdan casi nada de lo que estudiaron pero que han conseguido un papel
que les permite encontrar trabajo, pero lo que verdaderamente han olvidado es
quiénes son ellos. Nadie está prestando atención a esto y las consecuencias son
bien patentes: ricos y pobres, muertos de hambre, asesinatos y guerras,
infelicidad y enfermedades.
¿Ha enseñado
alguien al niño a pensar, a sentir, a crecer interiormente, a saber quién es, a
amar, a desarrollar todas sus capacidades como ser humano? Nadie lo ha hecho,
porque casi todos ignoran este espacio vital tan necesario. Así que nos pasamos
con nosotros toda la vida sin conocernos a fondo, sin saber por qué actuamos de
un modo determinado ante unas circunstancias concretas, en definitiva, siendo
unos grandes desconocidos para nosotros mismos. La asignatura más importante de
la escuela de la vida, no se estudia, no tiene lugar en los centros escolares.
El hombre no sabe lo que está haciendo, aunque como dije antes, está sufriendo
las consecuencias de lo que ha proyectado y está proyectando.
Lo tenemos
todo para vivir plenamente, felizmente, pero es necesario vivir conscientes,
presentes, desde el fondo que somos. Sin embargo, hoy estamos viviendo muy
superficialmente, sustentados en algunas ideas y totalmente proyectados al
exterior. Debemos tener la costumbre de interiorizar más, adquirir un ritmo más
relajado, pasar más tiempo con nosotros para despertar la sonrisa interior. Apártate
todos los días un rato, en un parque si quieres, siéntate a oír el canto de los
pájaros. Camina solo/a y reflexiona sin dejar de sentir que estás andando, o
sea, está muy presente. Si te es más cómodo, metete en tu dormitorio, en
silencio o acompañado/a de una música relajante, cierra los ojos, relaja tu
cuerpo, respira ampliamente, siéntete y disfruta. Hazlo diariamente y
observarás que poco a poco irás cambiando.
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