Yo quisiera
hablarte de la luz, pero a veces el día no abre lo suficiente como para
percibirla. Yo quisiera hablarte de amor, pero a veces uno no puede amar tras
haber herido a alguien. Yo quisiera hablarte de la vida, pero para ello se ha
de estar despierto.
Quisiera
hablarte del bien, pero el mundo está convulso. Sin embargo, con el mal
abundamos en el daño que nos podemos hacer los unos a los otros. No nos
beneficiamos sino que empobrecemos.
Abramos las
ventanas y subamos las persianas par que la luz del sol entre en nuestras
casas, así la luz de la vida la bañe. Apartémonos de las noticias, pues de poco
valen. Las inundaciones y las sequías, la pobreza y el despilfarro, se alternan
de la mano y condenan a la humanidad. Las mentes enfermas de los poderosos
castigan a las personas, se ríen en sus caras, juegan con sus vidas y la
situación se hace insoportable.
Ya no sé que
creer cuando una enfermedad asola a una parte de la población mundial. Nunca
estoy seguro de que no haya un laboratorio farmacéutico como responsable. En
este mundo de puro egoísmo, nunca se está seguro de casi nada. Lo que puede
parecer una cosa, tiene un trasfondo que desconocemos y que persigue los
millones de dólares o de euros. Esta si que es la verdadera enfermedad mundial,
la del dinero. En su día fue la fiebre del oro, y hoy es la de los billetes,
que algunos tratan de acumular avariciosamente.
Puedes estar
seguro/a que hay un centro de poder oscuro y malicioso, o inconsciente, que
organiza para sus propios intereses la vida de la población mundial. Al menos,
lo está intentando continuamente. Provocan los grandes fenómenos económicos,
los movimientos repentinos de la bolsa, la caída de precios del petróleo, la
globalización o la deslocalización industrial. Se valen de zonas del mundo deprimidas para explotar
sus recursos y sus gentes a coste de calderilla.
Unas partes
del mundo someten a otras partes, explotando incluso a los niños, haciendo que
las personas trabajen de sol a sol por tan solo un plato de comida al día.
Otros territorios someten a sus vecinos por la fuerza y bajo el control de las
armas de fuego. ¿Por qué?, me pregunto.
Si se siente a
la humanidad, se siente dolor, el mismo dolor que produce todas esas formas de
relacionarse con desamor y violencia, que manifiestan unos pueblos contra
otros. Si te importan los demás, es inevitable sentir tristeza por la vida que
les ha tocado a muchas personas. Sobre todo, porque sabemos que les ha tocado
debido a que sus vecinos se la imponen. Esto es miserable y condena a la
humanidad al más absoluto fracaso.
Solo con modificar
las voluntades de algunos, se solucionarían todos los problemas de la
humanidad. El circulo oscuro de poder tiene que rectificar, pues si cae la
humanidad ellos serán barridos. La humanidad laboriosa, viviendo dignamente
hasta el último habitante de este Planeta, con un fin común, generando
pensamientos positivos y actuando amorosamente hacia sus semejantes,
experimentaría un salto evolutivo.
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