Me encanta
encontrarme con personas que, además, de vivir sus obligaciones aquí, están
atentas o interesadas en un crecimiento de su ser. Son personas que han
comprendido algo que excede los límites estrechos de las normativas y las
costumbres diarias, y han salido a buscarlo. Personas que tratan de descubrir las
limitaciones de su programación, los frenos que les hacen infelices, o el
automatismo que les hace dar, una y otra vez, las mismas respuestas,
insatisfactorias, de las que más tarde se arrepienten.
Muchos viven y
sufren al mismo tiempo, porque no saben salir de la espiral de su propio descontento.
Algunos fijan metas muy altas, inalcanzables o irrealizables para ellos, o les
falla el método previsto, y se frustran constantemente. ¡Eso no es vivir!, hay
que tener en cuenta las propias limitaciones, la preparación, la motivación que
se tenga para seguir luchando por eso que se persigue. Hay que reflexionar y
analizar. Hay que conocer el por qué, el para qué y el cómo.
Sobre todo,
hay que dejar de engañarse, hay que ser sincero/a con uno/a mismo/a. Hay que
establecer metas pequeñas, para llegar a conseguir los grandes objetivos
personales. Hay que estar dispuestos a modificar los hábitos y las costumbres,
además de aceptar cambiar, pues si nos aferramos, orgullosamente, como hacen
muchos cuando dicen: “yo soy así y no voy a cambiar”, los resultados ya los
tienes, si no mueves ficha, seguirás viviendo el mismo infierno. No hay que
tener apego al personaje que estás manteniendo con unas formas o un estilo, hay
que estar dispuestos a limpiar y funcionar de un modo diferente más acorde con
la esencia de la vida y no con lo que nos hemos creído ser, o lo que nos
dijeron que éramos. Normalmente, te lo dijo alguien que también está “ciego/a”,
“dormido/a”, si quieres. Por tanto, tampoco vale lo que te dijeron, es solo
parte de tu programación automática, y hay que desprogramar si se puede, o al
menos hacerse consciente de que está ahí, y darnos cuenta de cuando quiere tomar
el timón y hacerse el protagonista del momento.
Mientras
estamos distraídos con el entorno que nos ha tocado vivir, estamos dejando de
atender nuestra esencia, nuestro ser interno, la verdad que somos, la fuente de
energía, amor y felicidad que somos desde el fondo de nosotros mismos. La
plenitud que es capaz de brotar de nuestro pecho sin motivo aparente. Nosotros solos
nos negamos el estado de bienestar que emerge de nosotros mismos. Nuestras
cabezas se complican solas y las seguimos ciegamente, desatendiendo esa otra
parte esencial de nosotros. En parte no somos culpables porque nadie nos habla
de ello. Nadie lo hizo en el colegio, ni tampoco lo hicieron en nuestras casas.
No es parte de nuestra educación, cualquier cosa que trata de parecerse es
llamada religión, y estaríamos hablando de cosas diferentes, tal como hoy en
día se entienden.
Cuando
observas algo con la vista, trata de mirar al mismo tiempo hacia dentro… ¿qué
estás sintiendo?, ¿produce alguna emoción?, pero sin dejar de observar tanto hacia
fuera, como hacia adentro. Trata de descubrir al que está mirando, ¿desde dónde
lo estoy viendo?, ¿quién está mirando?, no haces mal en hacerte todas estas preguntas.
¡Tienes una vida interior inmensamente rica comparada con la que estás viviendo!
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