Me he levantado y, por un
momento, he creído que era domingo hasta que he caído en la cuenta de que no es
así, es festivo en Andalucía, eso es todo. Es una fiesta política, la
conmemoración de la celebración del referéndum de autonomía. Hoy es el día en
el que aprovechan todos los partidos políticos para hacerse con la calle,
sentirse más andaluces y mostrarse ante la prensa, pues será inevitable, como
todos los años, que las cabeceras típicas con las pancartas identificativas de
cada uno de los partidos aparezcan en la prensa y demás medios de comunicación.
Esto no es importante para mí sino los problemas de la gente, sean andaluces,
catalanes, vascos, gallegos, valencianos, riojanos, cántabros, madrileños, etc.
Lo fundamental es hacer políticas que solucionen los verdaderos problemas de la
gente, las voces se han de alzar para dar soluciones a esos problemas. Las
calles se han de ocupar para protestar ante la inactividad de muchos políticos,
y su ineptitud para hallar esas soluciones a los conflictos e incapacidades que
padece cierta parte de la población española.
La reunión de la gente,
divertirse, festejar, todo está muy bien, es positivo, pero que se presenten
sin signos que les identifiquen; que vayan solo como personas no como
integrantes de organizaciones. Que se festeje no un hecho político sino la
alegría de pertenecer a la humanidad, de ser un individuo, cada uno de los
asistentes, de formar parte de ese colectivo mundial, y si quieren que
aprovechen para seguir exigiendo soluciones a los asuntos no resueltos, que
afectan a los colectivos menos favorecidos de la sociedad española. Sin
embargo, se va a apoyar a la Junta de Andalucía en cierto modo, como signo de
la autonomía andaluza, y me pregunto: ¿Qué puede hacer la Junta Andalucía que
no le sea permitido por el Gobierno Central?... ¡nada!, si no lo permite el
Gobierno de la nación, la Junta no puede hacer nada, no tiene potestad para
hacer nada al margen del Gobierno central, por tanto, ¿tenemos verdadera
autonomía? Tan solo, nos han colado una ampliación de la plantilla política del
país; antes le dábamos de comer a cien, pongamos por ejemplo, y ahora le
tenemos que dar de comer a diez mil. Pero los problemas importantes que padece
la población los siguen padeciendo, seguimos con cotas de desempleo altísimas y
nadie dice una palabra de cómo terminar con ello, nadie habla de un plan para
industrializar el país. La gente a la que se le ha agotado el desempleo, las
ayudas, etc., sigue sin ingresos y viviendo de las ayudas de sus familiares y
las pensiones de sus mayores, ¿es esta una forma digna de vivir?
¿Por qué no se ha convocado una
reunión de ciudadanos y ciudadanas para en lugar de pasearse con las banderitas
y las pancartas identificativas, hacer una lluvia de ideas sobre cómo
industrializar el país, qué leyes nos vendrían bien aplicar para conseguir
mayor bienestar a la población, etc.?, ¿por qué no se aprovechan todos estos
encuentros para que los políticos conozcan de primera mano lo que tiene que
decir la ciudadanía? Y no para que caiga en saco roto sino para que tomen buena
nota y lo apliquen… ¡eso es empoderar a la ciudadanía!
Cada acto ha de ser importante
cuando a la política se le dé un papel relevante, pero si lo que se hace es servirse
del cargo público… mal vamos. Los primeros que no deberían dejar pasar una son
los políticos, ellos deberían tener estas iniciativas si verdaderamente
creyeran que pueden hacer algo, y si les importase la gente y sus problemas.
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