Últimamente me ha tocado vivir
una sensación nada grata, dedicando mucho de mi tiempo a los demás, los mismos
que disponiendo de tu tiempo reaccionan de un modo que me hacen sentir como
responsable o casi responsable de sus asuntos, o de las situaciones que les
envuelven. De verdad que es una posición muy incómoda, estoy en medio, lo hago
porque piden ayuda de algún modo, pero no ven el fin… tiran y tiran de mí y,
tal vez, no se dan cuenta, o sí. Sucede que al llegar a este punto, yo comienzo
a dejar de tener vida propia pues casi todo el tiempo físico o mental es para
ellos y sus problemas, y esto no es nada recomendable.
Lo que se hace un día por
voluntad propia, se convierte en dos días cuando la otra persona te pide que se
repita, después en tres y así poco a poco en rutina o costumbre, si quieres le
puedes llamar: obligación. Al llegar a ese punto mi vida comienza a parecerse a
la vida del otro, comparto más con él, y él conmigo, pero hablamos de
problemas, males, etc. Aunque no es exactamente igual padecer el mal que ser el
acompañante, pero si hay muchas horas del día viviendo su ritmo, se hace
complicado no afectarte de algún modo.
Como ya he escrito en otra
ocasión, nuestra existencia es limitada y no podemos abandonar mucho tiempo
nuestro camino, porque ese tiempo es irrecuperable. Bien es verdad que cuando
hacemos algo bueno por otros, la satisfacción personal es inmediata y enorme,
pero ¿hasta qué punto cada uno está haciendo lo que debiera hacer? Estamos
todos semidormidos o dormidos, no somos lo suficientemente conscientes como
saber que estamos haciendo lo que tenemos que hacer en esta existencia, ¡si es
que hay que hacer algo concreto! No lo sabemos por nosotros mismos, nos lo han
dicho o lo hemos leído y nos hemos creado unas expectativas que no sé si son
buenas, o si es lo correcto. Incluso, ya no me atrevo a afirmar nada,
sinceramente pienso que lo más sensato es observar mis pensamientos, mis
sentimientos y mi forma de actuar o proceder para llegar a conocerme, creo que
es a lo que puedo aspirar. Más allá de mí mismo queda todo como bastante
difuso, se me escapa, como dije antes, hemos oído a alguien hablar de misiones
en la vida, de iluminación, de reencarnación, etc., también hemos leído acerca
de todo esto, pero no estoy en condiciones de aseverar nada de esto. Creo que
lo más próximo soy yo, y conocerme es lo más inmediato, lo que tengo a mi
alcance.
¿Cómo conducirme?, creo que mi
circuito eléctrico, mental y programacional da unas respuestas a unas
vivencias. Siempre podrán ser mejorables, estoy seguro de ello, pero de momento
son las que son. No he trascendido lo suficiente como para estar por encima de
las presiones o agresiones externas. No soy insensible, me alcanzan, las sufro,
caigo y me levanto. Lo hago una y mil veces, me recompongo, no soy un metal,
soy de carne y hueso, como se suele decir. Soy la energía de vida que soy, eso
lo sé desde hace años por una experiencia determinada, pero su expresión,
inevitablemente, se da a conocer a través de los condicionantes, mi
programación y mis miedos. Seguro, que como dije anteriormente, mis respuestas
pueden ser mejorables, y en ello estoy.
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