El ruido se
retroalimenta a si mismo, lo que hay es mucho ruido y los periodistas encantados
con que no se termine, es la comidilla y el motivo de sus repetidas difusiones,
bien sean televisivas, en internet o en las hojas de sus periódicos. Cuando la
noticia no da para tanto, ellos que son unos especialistas, la engrosan o
edulcoran con ese sensacionalismo tan notable, que como nadie saben manejar.
Informan
calentando el ambiente, tirando palitos al fuego y avivando la candela, para
esto no son objetivos, aunque si lo son para propugnar posibles soluciones o
para, sencillamente, animar a los actores de la noticia para que coincidan,
converjan, consensuen, que abran sus mentes o amplíen sus puntos de vistas.
Claro que esto no les interesa porque no habría noticia con riña o
descalificaciones, como a ellos les gusta. Cada uno mira por su plato de comida
desgraciadamente, obviando la preocupación de que comamos todos, por ejemplo.
Hay una falta
de unidad y de compromiso para con los demás, que llega a ser alucinante. Hay
una defensa, con agresividad añadida, de lo que es de uno, que ayuda poco a
crear un clima social con armonía. Tenemos que aprender a no identificarnos
tanto con lo que creemos nos pertenece y pensar más en la colectividad, en lo
que es de todos y sugerir más, colaborar más y criticar menos. Preguntémonos en
qué podemos ser útiles para el progreso necesario, para que nuestras vidas
mejoren y sobretodo la de los que vienen detrás. Hay formas, no nos dejemos
convencer de que todo está inventado o de que tenemos el mejor sistema de vida
de todos los posibles, seguro que podemos hacer cosas diferentes, trazar líneas
nuevas, andar caminos distintos, descubrir nuevas oportunidades, hallar mayor equidad
y progreso fuera de la ruta dibujada a base de intereses meramente monetarios.
Somos unidades
de energía desaprovechadas por el revanchismo y la creencia de que solo se
puede alcanzar las cosas dejándote la piel por el camino. Primero hace falta la
transformación del pensamiento mediante la educación y el crecimiento interior.
Hay que cuidar exquisitamente el sistema educativo, en el que se debe incluir
paralelamente a la formación, cultura y adquisición de datos; el crecimiento
del ser, la espiritualidad de la persona, llegar a conocerse, saber quiénes
somos y esto no pasa forzosamente por la religión sino por horas de trabajos
posturales, formas de respirar y horas de meditar, que deberían estar incluidas
en los planes de formación y educación en las escuelas, institutos y
universidades. Esto es fundamental para que las personas se sientan completas o plenas.
El silencio
alimenta y da la oportunidad de ver, de sentir y de conocerse, hay que
incorporarlo a nuestras vidas. Hay que depurar el ruido, filtrarlo para
eliminar la cantidad de basura que pulula por los medios de comunicación,
inundando nuestras cabezas y condicionando nuestras vidas.
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