Estoy
reflexionando en cómo sería mi modelo de Estado y le doy vueltas a la idea de
un Estado donde los ciudadanos podamos intervenir regularmente, pudiendo
aportar ideas o sugerir mejoras que se nos ocurran. Pienso en un estado que
llegue a ser más justo e igualitario, sin caer por ello en clasificaciones de
este o aquel lado y por tanto sin rivalidades. Pienso en un Estado al que se
acercaran ciudadanos para hacer política con el deseo de gestionar honradamente
lo que es de todos, haciéndolo con cabeza, como hacemos o al menos lo tratamos en
nuestras casas. Si tenemos lo hacemos y si no tendrá que esperar o se tendrá
que pedir una aportación extra a los ciudadanos, y para ello se han de dar dos
certezas: una, que los ciudadanos ya tengan conciencia de que el dinero que se
aporte al Estado es para repercutirlo en beneficio de la ciudadanía; y dos, que
los ciudadanos se encuentran todos trabajando y cobrando salarios dignos que les
permitan hacer sus vidas con normalidad, cubriendo sus gastos más algo para el
consumo extra.
Pienso en un
Estado en el que sería justo que se acotasen los salarios tanto por arriba como
por abajo, para que existieran menos diferencias entre los trabajadores. Esto
no incluye a los empresarios, que nadie se va a meter en cuánto deban o no
ganar, lo que sería un aliciente para aquellos que deseen invertir su dinero y
su tiempo. Lo que no debe seguir sucediendo es que el dinero lo saquen recortando
los salarios de sus obreros o exigiéndoles extensas jornadas de trabajo robándoles
horas de su tiempo, horas con sus familias y dejando de pagar esas horas
extras. Estos extremos: salarios y condiciones de trabajo, deben estar muy
vigilados por la inspección de trabajo para evitar el pillaje laboral que suele
emplear el empresario para con sus empleados.
Al empresario
se le deben dar todas las facilidades para que gane dinero legal, puesto que
como dicen es el que crea empleo y nosotros lo que quisiéramos es conseguir de
una vez por todas el pleno empleo, algo que no quiere ni conviene al empresario
y por ello nunca se alcanza. Pero, insisto, hay que darle todas las ventajas y
también un ultimátum: “usted cuenta con todas las ventajas, estas son las
condiciones de trabajo y en el momento en que usted se salte las normas mínimas
marcadas por el Estado se le sancionará, si vuelve a incumplir se le expropia
la empresa”. Tenemos que ir hacia unas relaciones de verdad, con compromiso,
dentro de la legalidad y cumplidora en todos los sentidos y con todos. Para
ello, hay que dar y exigir, dejar de blandear como hasta ahora se hace según de
quien se trate. Los puntos y las rayas se han de establecer y quedar bien
claritas, pero los castigos por saltárselas también han de ser ejemplares para
todos.
Todos debemos
de contribuir con un Estado justo, en la proporción relativa a nuestros
ingresos, para cubrir los gastos de todos los servicios públicos requeridos.
Hay que analizar muy bien qué son gastos necesarios y cuáles habría que
descartar o eliminar. Hacer las cosas bien es muy fácil si hay voluntad de
hacerlas correctamente.
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