Queridos
ciudadanos del Planeta Tierra somos uno aunque no nos lo creamos, es más, somos
uno con todo lo que esté vivo. En esencia, solo somos la energía de la vida que
somos, nada más; es por ello que toda manifestación de vida es lo mismo, este
es el criterio de unidad del que habrán oído hablar alguna vez en sus vidas.
Muchos otros
ni escucharon, ni quieren escuchar, ni se paran para hacerlo, han dejado sus
vidas en mano de una cierta locura, que les aleja de lo que somos todos y esto
les hace atentar contra los principios más fundamentales de la vida. Han
perdido cualquier noción de inteligencia y no digamos de amor, responden dentro
de su engaño, a impulsos más o menos salvajes, reaccionan, agreden, no se
adaptan a convivir y a respetar.
Esas personas
viven en una tensión permanente, creyéndose atacados, tienen que defenderse
continuamente, no tienen maneras que no sea la de la fuerza, la de la violencia
despiadada e indiscriminada. Por esto suceden los atroces atentados que ocurren
en el mundo, por eso una persona secuestra a otra persona, por eso una persona
no tiene pudor alguno para hacer daño a otra persona o a decenas o cientos de personas. No hay nada
que lo justifique, no hay ideología que explique que hay que hacer daño por
hacerlo, no hay motivo para la represión
de inocentes ni para barrer vidas como algunos están haciendo.
Nadie debiera
imponer sus criterios aterrorizando al prójimo, nadie debe masacrar a nadie,
insultar, maltratar, imponer o hacer de la vida un laberinto de terror. Todos
aquellos que actúan de este modo son unos inconscientes de esa unidad, de ese
todo que lo conformamos todos, constituyendo la humanidad, incluida cualquier
forma en que se manifieste la vida. Ahora que llega la primavera, la vida
parece manifestarse con más fuerza de miles de formas y colores, nosotros somos
igual que todo aquello que alcanzamos a ver; en el fondo solo somos la energía
inteligente de vida que es todo lo que está vivo. Somos una energía que nos
entrelaza a los unos con los otros haciendo perder la individualidad para conformar
un todo, que es lo mismo, donde no hay superioridad de nadie ni personalidad
como estamos acostumbrados a diferenciar y tal como hemos creído ser
individuales.
El hombre al
creerse individual hace una lucha por lo que cree ser y cree le pertenece,
olvida lo que es de verdad y origina una desarmonización enfermiza, que da
lugar a actos mezquinos y dañinos. Esta sociedad se levanta sobre pilares que
olvidan al ser, a lo que somos, y no deja espacio para simultanear nuestro
darnos cuenta de quienes somos con el resto de tareas que desarrollamos. Este
alejamiento nos produce insatisfacción, angustia y enfermedad, que atribuimos a
lo que hacemos y no al distanciamiento anti natura que padecemos.
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