El partido del
“ingobierno” nos habla de mejoría económica y los periodistas empiezan a hablar
de esa supuesta mejoría, pero peor aún es que los economistas comenten
en ese mismo sentido, dando pábulo a esa recuperación que no se percibe en la
clase ciudadana. Cómo hablan de mejoría económica si lo que ha hecho el “ingobierno”
es cimentar su enclenque argumentación en un constante incremento de la deuda
pública y en un maquillaje de la capacidad financiera de las entidades
bancarias, que se han desembarazado del lastre de sus marrones, endosándoselo,
empleando un típico término mercantil, al invento del banco malo. ¡Que vengan a
hacer pruebas de stress, que el cadáver ya está maquillado!
Ahora estamos
mucho más endeudados que cuando el PP cogió el timón o simuló asirlo, engañándonos
con el programa fantástico de los tres millones de puestos de trabajo, de las
bajadas de impuestos y de las famosas líneas rojas que nunca traspasarían.
Inmediatamente llegó su rendición a las normas impuestas por Europa y ahí se
acabó toda o la poca ilusión que ese partido produjo en sus simpatizantes.
Volviendo al
espejismo de la recuperación económica preelectoral que nos tratan de
contagiar, sin éxito, los loros del “ingobierno”; loros porque como ellos,
repiten miles de veces los mismos supuestos, con la esperanza de que se lleguen
a consolidar como verdades. Vayamos a un tema concreto que todos podamos
entender: la unidad familiar, apurada, a la que le cuesta llegar a fin de mes,
como la de cualquiera de nosotros y decide para paliar la situación pedir un
crédito. Desde el momento que dispusiéramos del dinero, llegaríamos a fin de
mes, podríamos salir alguna vez y tomar unas cervezas e incluso nos podríamos
plantear unas pequeñas vacaciones. Parece que estamos viviendo con más alegría
y hacemos más cosas; ¿significa esto que estemos mejor económicamente o,
sencillamente, que estamos gastando un dinero “que no tenemos”?
Si
retrocedemos en lo que veníamos diciendo: no llegábamos a fin de mes antes de
solicitar el préstamo, ahora debemos hacer frente a las cuotas del crédito y a
sus intereses. Es aparente, por tanto, que estemos mejor pues debemos más y no
generamos más; vivimos de un dinero “prestado”, o sea que nos hemos empobrecido,
estamos peor. Esto es lo que pasa en España, España no se ha convertido de
repente en productora de petróleo, ya quisiera aunque quiera emular a los
americanos con el fracking en las costas Canarias. Tampoco se ha
industrializado más, ni se ha hecho pionera en I+D. Subsistimos a base de
recortes en las diversas áreas sociales que el “ingobierno” prometió no
traspasar, de los dineros ingresados por Europa, los cuales nos han endeudado
hasta alcanzar el 100% de nuestro PIB y, de la precariedad laboral ocasionada
con el pretexto de la necesidad de ser más competitivos.
Por tanto,
hemos retrocedido, tenemos menos y estamos peor. La solución es generar más y
para ello hay que crear un plan estratégico de industrialización e
investigación. Dar cancha a nuestros científicos, dotarles de medios suficientes
para que desarrollen e investiguen, poner el punto de mira en la tecnología de
todas las áreas, recuperar el capital humano que este “ingobierno” ha dejado
marchar, en lo que se ha dado en llamar: fuga de cerebros, para que sean aprovechados
por otros países. ¿Hacia qué futuro estamos caminando de mano de ineptos que no
ven más allá de sus propias narices?
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