Pones la radio
y solo escuchas criticas de la actuación de los políticos, nada de alabanzas,
no digo que no estén justificadas, pero es demasiado. Digo que es demasiado lo
mal que lo tienen que estar haciendo para que todos los medios de comunicación
se estén cebando, tienen trabajo sin tener que andar buscándolo. La política se
asemeja a una olla a presión, donde el condumio está hirviendo, cada garbanzo
esta deseoso de brincar para donde pueda y le apetezca, impedido por la tapa,
la cúpula, que sostiene a duras penas toda esa potencia explosiva contenida;
aliviada por esa válvula de escape que es el equivalente a la impunidad y los conciertos
con jueces y fiscales, para salir indemne del símil de la batalla gastronómica
que se libra dentro de la olla.
Yo echo de
menos programas radiofónicos y televisivos culturales, formación por los medios,
publicidad que no interrumpan las emisiones sino que se emitan entre programas,
faltan también las formas y el respeto, se insulta con demasiada facilidad e
impunidad, confundiendo lo que es libertad de opinión con el insulto y el
estilo soez de algunos presentadores o locutores y, por supuesto, lo que echo
de menos son las noticias positivas, lo agradable, que se deja abandonado
porque no vende comparado con el morbo de las disputas, las acusaciones y de
los escándalos. Así que desde que te levantas tienes que meterte un chute de
coraje, rabia e indignación, todo bien mezclado, a partes iguales, diluido con
el cafelito y a tirar, que ya vamos “calentito”.
No hablo de
ignorar lo que ocurre en el país, lo que sucede hay que conocerlo, pero hay
maneras y maneras de dar las noticias o de informar. Hoy, hay mucho
sensacionalismo en los medios y se da mucho bombo a ciertos aspectos de las
informaciones, se repiten las imágenes o los contenidos hasta cinco y seis
veces en una misma emisión. Es como hacer uso de un taladro para perforar el cráneo
y meter, a la fuerza, la noticia. Señores de las televisiones y de las radios,
que no somos tontos, que nos enteramos a la primera, bueno, si nos coge distraído
a la segunda, pero es cansino ver u oír un programa donde ves u oyes lo mismo
cinco o seis veces, en pocos minutos o con pocos minutos de diferencia. Entre
tanto, atiborrados de publicidad, que ni nos va, ni nos viene, interrumpiendo
las emisiones, la continuidad de los debates, pierdes el hilo, te hartas y
desconectas la radio o el televisor, o bien, cambias de canal o frecuencia.
Por qué no
pueden existir programas que además de informar, investiguen pero no solo para
averiguar lo malo que hay, que también, porque debemos conocerlo todo, sino que
investiguen para proponer nuevas vías o soluciones y que hagan propuestas o
sugerencias, públicamente. Considero que este sería un aspecto muy novedoso y
curioso de la información, que a los ciudadanos nos interesa. Habría que dar un
giro al panorama periodístico en los medios.
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