A punto de
salir el vuelo hacia Roma, justo lo hará a las 10 de la mañana de hoy domingo.
Muy posiblemente lo esté haciendo mientras escribo y mi pensamiento está con mi
hijo y sus compañeros a los que hemos conocido en el aeropuerto. Van hacia la
Villa Adriana en la localidad de Tívoli, en Roma. Viajan con la ilusión de
sumar horas en su curriculum profesional y sobre todo con la expectativa de
desenterrar algún secreto de la historia. Les puedo decir que es pura vocación
de los jóvenes, pues para llevarse trece días excavando tienen que correr con
los gastos tanto de alojamiento, viaje y manutención.
Llegar a tener
experiencia corre por cuenta del que la pretende, aspirar en el futuro a ser
profesional y vivir de aquello que has estudiado y para lo que te has esforzado
una serie de años, cuesta dinero. La situación está mal, de acuerdo, pero que
vayan personas a poner su trabajo y también deban abonar su estancia, comida y
viaje, me parece un despropósito. No obstante, si lo quieres, es lo que hay, a
un precio tal vez algo más reducido que si se tratase de un viaje de placer, pero
que a mi hijo le va a salir alrededor de los 700 euros los trece días excavando
en Roma. Se hace realidad el dicho: “Quién algo quiere, algo le cuesta”.
Las carreras
universitarias terminadas, sin puestos vacantes donde trabajar, sin oferta ni
pública ni privada, rozando los treinta años, con escasa experiencia,
precisamente, por esa falta de oportunidades laborales; ¿cómo se puede cerrar
este círculo?, ¿qué futuro les espera y, llegarán a acumular el suficiente
tiempo trabajado como para llegar a conseguir una jubilación digna? Vivimos el
tiempo de los horrores debido a la desestructuración de los gobiernos, a la
falta de objetivos que tengan que ver con el progreso, el desarrollo y la
investigación, la desconsideración hacia el pueblo y el alto grado de
delincuencia sumergida en las instituciones.
Hay que hacer
borrón y cuenta nueva, el sistema actual ha fracasado, se ha basado en
mecanismos que no garantizan el futuro ni el presente, y la economía de España no
soporta por más tiempo las malas practicas que han enraizado a lo largo de todo
el territorio nacional. España necesita ser una grande, prospera y libre de
todos esos personajes que pululan por la Administración pública, con el único
propósito de hacer negocios poco o nada transparentes.
España se
encuentra en un punto de no retorno o sin salida, que precisa reinventarse a
todos los niveles: políticos, sociales, económicos, industriales, educacionales,
etc. La sociedad española se ha de redimensionar para que todos tengamos
cabida, para que todos podamos ser y sentirnos útiles con nuestra aportación al
sistema, pero a un sistema que sea justo y equitativo. Un sistema honesto, con
principios y valores, que revierta en beneficios para los ciudadanos, ¡hay que
hacerlo realidad por el bien de todos!
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