Es un tanto
anacrónico el término golpe de Estado, ya no estamos acostumbrados a estos
episodios de bravura y cabezonería militar, que trata de hacerse con el poder
de un país por la fuerza. Afortunadamente, tenemos vías, de las que llaman
democráticas, que nombran a los dirigentes de los países; lo que sucede es que
no todos están de acuerdo con las directrices marcadas por el Gobierno de la
nación.
Ayer, como
saben, un sector militar de Turquía trato de hacerse con los mandos de ese
país. Asaltaron la televisión pública para proclamar que el golpe de Estado
había triunfado. Bloquearon el aeropuerto y sembraron el miedo en las calles
mediante el toque de queda, aunque una petición del Presidente turco Erdogan,
así como los imanes desde sus mezquitas, alentaron a la gente para que salieran
a las calles e hicieran frente a los militares que habían cerrado los puentes
que cruzan el Estrecho del Bósforo a la altura de Estambul, así como a todos
los que asediaban las calles y edificios más emblemáticos de la ciudad. Con
este mandato de Erdogan y los imanes, podían haber dado los primeros pasos para
que se hubiera iniciado una guerra civil en Turquía.
Según parece,
los golpistas no han conseguido su objetivo y serán duramente castigados, al
menos es lo que indica Erdogan, y viniendo de éste es totalmente creíble, pues
tan solo tenemos que recordar sus duras declaraciones e intervención en el problema
de los refugiados. Lo lamentable de todo el asunto, es el peligroso equilibrio
en el que se encuentra toda la zona, que más bien pareciese un arsenal a punto
de estallar: Iran, Siria, Turquía, Irak, Palestina, Israel, etc. ¿No hay forma
de que se lleguen a entender estos pueblos?, que cada cual practique la
religión que desee, pues eso pertenece al aspecto más intimo de cada persona.
Que cada cual profese para sí y en libertad su religión, y que nadie trate de
imponer la suya a los demás. Que la gente piense y se de cuenta de que la
violencia es un extremo opuesto y contrario a toda base espiritual profunda.
Que el respeto por la vida propia y ajena debe ser una prioridad para cualquier
ser que aspira a crecer interiormente, así como llevar una vida honesta,
sencilla y hermosa.
Las armas hay
que abandonarlas, no se puede vivir constantemente inmerso en el miedo, que es
lo que nos lleva a estar siempre defendiéndonos. Nadie nos va a atacar y lo que
debemos hacer todos es crear una vida los más brillante posible, en todos los
sentidos imaginables. Aunar fuerzas para hacer de las naciones, lugares
productivos, ricos, donde se distribuya la riqueza por igual y para que se
superen las carencias actuales. Eso lo debemos hacer entre todos, hay que
construir, no destruir como se hace hoy en muchos de esos países. Es tan fácil
verlo cuando la mente no está enfurecida y llena de odio. Hay que tratar de
conseguir vivir desde el amor, que aporta mayor felicidad a todos.
Por favor, les
pido a todos los habitantes de esas zonas en conflicto, que paren la guerra,
que no permitan más actos violentos, que no sigan castigando a las personas
inocentes, que no atemoricen a mujeres, niños y ancianos. Que permitan que la
vida fluya sin los condicionamientos ni intereses particulares de unos pocos.
Que la vida es lo más importante que tenemos todos, que nadie se preste más a
perder la suya ni para quitarle la vida a otros.
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