Cada momento
es una nueva oportunidad para aprender algo, lo podemos conseguir si observamos
la situación, si nos mantenemos tranquilos, abiertos y actuamos. Toda situación
pide algo, requiere un modo de actuar, y somos nosotros los que debemos comprender
antes de precipitarnos. En esa comprensión puede estar explicita nuestra
superación, pues no siempre todo será de nuestro gusto, pero es lo que se está
dando y hay que salir de ello, pero debemos hacerlo felices, contentos de haber
hecho lo mejor que hemos podido.
Todos nos
hemos visto y nos veremos en situaciones que nos han supuesto o nos supondrán
un aprieto, pero ¿qué hacemos, nos rendimos, dejamos que las circunstancias nos
engullan?- No. Vamos a armarnos de valor, vamos a remangarnos y vamos a actuar.
Vamos a buscar una solución, la mejor solución que podamos improvisar para ese
momento concreto, seguro que podemos hacerlo. Y estoy seguro porque siempre
podemos mucho más de lo que creemos poder soportar, aunque esto no es una
invitación a una competición de aguante, pues ya se sabe, si excede cierto
límite, te rompes. No hay que llegar a eso, y te estarás preguntando cómo
identificar ese punto crucial y peligroso. Si te observas podrás distinguir
entre las reacciones propias para librarte del “marrón”, una tensión, un estrés
continuado a cada esfuerzo tuyo, una respiración forzada y unas pulsaciones
alocadas de tu corazón, es un momento para aflojar, para tomar una pausa y
calmarte antes de proseguir. El cuerpo siempre nos avisa para evitar incidentes
peores o más graves, es cuestión, como decía antes, de estar observando.
La observación
es una clave muy importante, aunque la gente se vuelque a hablar sin ton ni
son, impulsivamente cuando no hay nada de qué hablar. Observar es aprender y
cuando se aprende, se entiende, y cuando se entiende se llega a comprender,
pero primero hay que prestar atención silenciosa a lo que sucede en nosotros y
a nuestro alrededor. Todo está unido por cargas eléctricas, por materia, por moléculas
y átomos, no existe el vacío, la nada, porque siempre hay algo, hay materia,
hay energía. Cuando miramos delante de nosotros y hasta alcanzar con nuestra
vista el primer obstáculo o persona próximos, pensamos que entremedio no hay
nada, pero no es cierto, hay aire, y este está compuesto por sustancias, por
materia, una materia menos densa, pero al fin y al cabo, moléculas y átomos. Este
simple ejemplo nos muestra que hacemos una interpretación errónea de algo
evidente, físico y demostrable científicamente. Lo mismo nos sucede con otras
muchas cosas, por eso no debemos ser tan “rápidos”. Ser impulsivos nos pierde,
nos hace meter la pata, como vulgarmente se dice.
Cuidemos lo
que hacemos porque, al estar todos unidos a través de esa energía, nuestros
actos tienen repercusión en los demás. Esto es algo a tener muy en cuenta, para
que aprendamos a ser mucho más prudentes, y contemplemos que los demás también
existen, y que pueden ser victimas de nuestras acciones. Si yo cojo una toalla
por un extremo y la sacudo, el borde contrario de la toalla sufrirá una
sacudida propagada por el resto de la materia textil que la compone, aunque no
hayamos actuado sobre esa otra parte. Igual sucede en la vida de cada uno de
nosotros, todos nuestros actos tienen una cierta propagación provocada por el
mismo movimiento de energía requerido para efectuar la acción, que alcanzará a
otras personas. No digamos de los pensamientos, una propagación de energía algo
más sutil, que también será recibida por los demás. Es por ello, que muchos
sabios nos invitan a ser más silenciosos y a cuidar mucho más de lo que hablamos
y pensamos.
Podemos ser
mucho mejores, y yo lo que quiero es que así sea en todos los ordenes de la
vida, pues es la única manera posible, para mi entender, de que alcancemos la
plenitud interior, la felicidad. Fijaros cuan difícil es tener estos
sentimientos y alternar con la crueldad de algunos, que no es más que estar
totalmente cerrados y ciegos, equivocados totalmente del objetivo de la vida,
del sentido de la inteligencia y negados al amor. Principios o normas sobre los
que se deben construir todo cuanto hagamos, nuestra sociedad y el resto, porque
todos somos la humanidad y el propósito debería ser el mismo para todos.
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