¡Qué bonito
fue el movimiento 15M!, ¡qué espontaneo y natural!, ¡qué movida de la
ciudadanía!, pero nos convencieron, nos dijeron que había que entrar en el
albero político si se quería conseguir algo… y nos volvieron a engañar. Este es
mi sentimiento, nos volvieron a mentir y nos lo creímos. Los del sistema
amañado de manipulación nos hablaron, y nos dejamos seducir. Creímos que era la
única forma posible de existencia de las exigencias de la ciudadanía. ¡Nos
volvieron a engañar!, nos dejamos engañar, rompimos filas, nos quitamos de las
calles, dejamos de celebrar asambleas ciudadanas, dejamos de opinar en las plazas,
el sitio natural de reunión de la gente de una ciudad.
El 15M
sorprendió por la forma en que se fue expandiendo a lo largo de todo el
territorio nacional y, posteriormente, traspasando las fronteras. La gente
entendió que estamos en nuestro derecho de manifestarnos, de reunirnos, al
margen de las absurdas normas de los Gobiernos. ¡Nos dejamos engañar una vez
más!, porque al entrar en el terreno de juego imperan las normas sucias,
pactadas y amañadas por los políticos profesionales, por los que no dejan el
cargo ni para ir a comprar tabaco. ¿Por qué no iba a triunfar el poder de la
ciudadanía?, claro, que iba a triunfar a la vista de las crecientes cifras de
personas que acudían en cada ciudad a las asambleas ciudadanas; por eso
aconsejaron que dejaran de hacer frente desde las calles y saltaran a la arena
política. Cuando dijeron aquello ya estaban bastante intranquilos, ya andaban
temeroso de la revuelta que podía suponer el movimiento masivo de la gente.
¡Cómo se cargaron el 15M!
Gandhi no
necesitó fundar un partido político, sino seguir los dictados de su corazón,
luchar por lo que estaba convencido era lo importante para la gente de su país,
expulsar a los colonizadores británicos, tomar la sal de las salinas del mar,
acabar con las revueltas de las religiones, dejar de consumir productos
británicos, en definitiva, que los ingleses no sacaran ningún tipo de
rendimiento, y que mantener sus tropas en la India les costara el dinero. Luchó
hasta asfixiarles y expulsarles, Gandhi caminó para conseguir las metas
oportunas para su pueblo, y el pueblo fue despertando para caminar con él en su
lucha sin violencia. Gandhi, todo un ejemplo a tener en cuenta. El 15M,
salvando las distancias, se estaba forjando y organizando, el paso siguiente y
obligado era ponerse en marcha, que es a lo que tanto temieron los del
establishment. Un ejemplo de que la ciudadanía organizándose es imparable,
puede conseguir lo que se proponga, sobre todo, puede poner fin a toda la mentira
saqueadora que se nos ha instalado en las Instituciones.
Esto no
termina aquí, todo lo contrario, esto comienza apenas tomemos la decisión de
ponernos en marcha. No entiendo cómo seguimos cómodamente sentados en nuestras
casas, cuando hay tanto que hacer. Los políticos profesionales nos dan una de
cal y varias de arenas, además de llevarse hasta el manso. Han establecido un
sistema adulterado y sucedáneo de una verdadera democracia. Se han apoderado de
los lugares claves de poder, se han hecho con el poder, nos han mentido y nos
han traicionado. Han traicionado el sentido de una nación de gente libre y que
progresa, han hecho posible que las cifras de desempleados crezca, que se
rescaten bancos y no a la gente. Permiten que haya una impunidad salvaje,
aunque a veces hagan una acción de puro maquillaje.
¡Ciudadanos no
perdamos la esperanza de que una sociedad diferente es, totalmente, posible!
Depende de todos nosotros, y no es necesario, forzosamente, pasar por el tamiz
de los Parlamentos y de las reglas amañadas del juego. La ciudadanía española
es una masa de cuarenta y tantos millones de personas, me expreso así por
desconocer cuantos he de dejar afuera, bien por ser del establishment, bien por
no querer luchar por lo suyo; que puede comenzar a rodar, como ya lo hizo el
15M, y que puede suponer un contrapoder a lo establecido, que puede ir consiguiendo
punto a punto lo que se proponga. ¡Es normal!, somos nosotros los que
mantenemos todo, tenemos la potestad de abrir o cerrar los grifos. Debemos
exigir el tipo de sociedad que queremos y el país que pretendemos.
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