¡No hay forma!... lo que sucede
es que me doy la vuelta y paso. Este mediodía llegué con mi padre a la
Delegación de asuntos sociales para que nos aclarasen un tema relacionado con
la pensión de mi madre; lo primero que hizo la señora de información es mirar
el reloj, como gesto reflejo, como diciendo: a dónde van estos dos tan tardes.
Antes habíamos estado en la Consejería y nos dijeron que fuéramos a informarnos
a la Delegación, que nos atenderían hasta las 14 h. Eran las 13,30 h., pero
debió parecerle un poco tarde a la señora de información. De seguida, hace un
nuevo gesto, mira la mesa contigua a su exiguo mostrador, presidida por un
señor de la seguridad. En aquella mesa habían puesto de cara a la entrada un
cartón indicando que los números de atención al público estaban agotados. Por
fin, la señora articula una frase: “tendrán que volver mañana a partir de las 9
h”. Nos dimos media vuelta, resignados, pues estábamos dentro del horario que
en la Consejería nos habían dicho. Nos habíamos desplazado en autobús de una
punta a otra de Sevilla… y la razón la tenía un trozo de cartón que podía poner
cualquiera apenas no quisiera atender a más gente, o bien porque tuviera que
realizar una gestión personal o ir de compras a El Corte Inglés, que por cierto
queda casi enfrente del edificio donde nos encontrábamos.
Hay varios asuntos indignantes:
primero, que la Consejería no te pueda resolver el asunto, que no tengan
comunicación interna, acceso a la documentación de la ciudadanía desde ambos
centros del mismo Ministerio o ámbito social; tanto la Consejería como la
Delegación. Segundo, que tú como ciudadano/a seas quien tenga que molestarte,
continuamente, ante cualquier aclaración burocrática, yendo de un sitio a otro.
Tercero, que te encuentres a una persona con tan pocas ganas de servir al
público tras un ridículo mostrador. Lo primero que hizo, lo repito, fue mirar
su reloj en nuestras narices, en ese ademán propio de indicarte… a dónde vas,
que es muy tarde para ello. Y cuarto, la sustitución de las horas de atención
al público por la disponibilidad o no de los números sacados de la manga,
cuando allí no había nadie… la cola no se veía por ningún sitio. Es por ello
que le dije a mi padre cuando salimos, que si la persona que tiene que atender
quiere ir de compras, pone el cartón y Santas Pascuas. Algunos funcionarios
saben de lo que hablo.
Entonces suceden dos cosas: o te
enojas y discutes… ellos siempre llevan la razón aunque no la lleven, porque no
te van a atender si no les da la gana y, por tanto, te das media vuelta como un
bonachón y retornas al día siguiente; o eliges la discusión, te enervas, pasas
un mal rato, terminas pidiendo una hoja de reclamación, pierdes más de tu
tiempo, y al final te hacen ir a entregarla a una oficina de consumo que está
en la Conchinchina. Lo que supone una nueva molestia para ti… siempre es para
nosotros, para la ciudadanía, para los que pagamos y mantenemos las
Instituciones abiertas y los funcionarios empleados. ¿Cuándo será la hora de la
gente, y se nos atenderá con atención y consideración? Hay personas que
estarían mejor en su casa haciendo ganchillo o viendo Telecinco.
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