Los políticos siguen pensando que
la gente es tonta. Esta noche en el Objetivo de Ana Pastor, han estado Miquel
Iceta (PSC) y Guillermo Fernández Vara (PSOE) y cuando han sido preguntados por
el problema catalán, ambos tratan de justificar que Cataluña es una nación pero
que al menos habría que concedérselo sin modificar la soberanía nacional y el
marco constitucional. De hecho, Ana Pastor, exclamó: ¡sin cambiar nada!, y los
dos se hicieron un lío para no decir nada.
¿Creen estos señores socialistas
que sin tocar la soberanía y sin modificar la Constitución para permitir
decidir qué quieren los catalanes, se va a mover alguna ficha? Más bien creo
que la proliferación del sentimiento independentista no va a parar, ante las
amenazas de pasar este problema político por las salas judiciales o por la
contención a la fuerza. No creo que sea el camino y ya me he pronunciado en
otras ocasiones. El PP lleva seis años perdidos sin querer negociar nada,
cuando el número de independentistas era mucho menor, aún hoy creo que no son
mayoría. Si hubiera reinado el sentido común, la democracia y el respeto a las
decisiones de la ciudadanía catalana, se les hubiera permitido sacar las urnas
para decidir su futuro, y se habría obtenido un resultado minoritario de los
que desean una Cataluña independiente del Estado español. Sin embargo, la pura cabezonería
del que ha gobernado con mayoría absoluta y a golpe de decretazo, está
provocando el que se ve venir será un choque de trenes, bien cargado, abarrotado
de mercancía y todo.
Las sociedades mandadas por unos
pocos no llegan a acostumbrarse a ceder parte de ese poder, precisamente, a la
gente, a las poblaciones que son las que mantienen el establishment con sus aportaciones.
El poder, como vengo diciendo desde hace años, nos ha sido usurpado por los
políticos, que a su vez están bajo las órdenes de banqueros, grupos financieros
y empresarios. La ciudadanía española es la que debería decir cómo quiere
vivir, y los políticos deberían ser los que busquen las formas para hacer
realidad los deseos de la población. Tiene que ser así, no nos engañemos.
El problema de Cataluña es que
abriría la lata a otras Comunidades que quisieran votar para independizarse…
además de representar el 25% del PIB español. Ese es el temor de los que
gobiernan, pues se quedarían sin gente a la que gobernar, mover a su antojo y
saquear. El problema no es que se fragmente España; el problema es la
mentalidad egoísta de las personas, su conducta amoral y nada ética, la falta
de honestidad y de honradez. Hay gente en el Gobierno que necesita los ingresos
de Cataluña para cubrir gastos y sacar buena tajada para sus bolsillos. Esto no
debe extrañar a nadie, lo vemos cada día en los informativos; los imputados se
multiplican cada veinticuatro horas. Nuevas conversaciones grabadas delatan a
más políticos, generalmente, de la mafia del PP. Rajoy saca pecho con el
problema catalán, porque sabe que al final no se tiene que mojar, tira de leyes
existentes porque no modifica nada; y sin despeinarse encarcelará a dirigentes
catalanes y si hace falta presionará con las fuerzas del orden. Mientras Rajoy
se pronuncia sobre el tema catalán desvía la atención ciudadana del problema gravísimo
de la corrupción de su partido y de su propia responsabilidad en todo lo que ha
sucedido, siendo él el Presidente del Gobierno y, también, del partido.
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