Empieza a andar el nuevo
gobierno, tan solo nos queda esperar para saber hasta dónde es capaz de llegar,
y todo dependerá de lo buena que sean sus medidas para la ciudadanía; si es
así, los demás partidos le apoyarán, de lo contrario el trabajo será para
tirarlo a la papelera. Esto es lo propio cuando se pretende gobernar en minoría
y necesitado de muchas ayudas externas al propio partido del gobierno.
Siempre que hay un cambio de
gobierno, la ciudadanía lo vivimos esperanzado en que los que acaban de
instalarse lo harán algo mejor, la ilusión es inevitable, pero ya han sido
demasiadas veces en las que nuestras expectativas se han visto traicionadas, porque
hablando de políticos es el término que más rápidamente se me viene a la cabeza...
traición. Cuando deliberadamente actúan en contra de los intereses de la
ciudadanía, yo me siento traicionado por los que dicen nos están representando.
Conforme avanzan los años y la labor periodística se ha hecho tan decisiva e
incisiva, hemos venido conociendo cantidad de actuaciones deleznables que han
sido contrarias al bienestar de la población, al tiempo que han favorecido los
intereses de grupos minoritarios. Hemos podido comprobar, sin ser todos, que
los políticos y políticas, en su mayoría se cuidan mucho de los intereses de
sus partidos, y los han puesto por delante de todo lo demás. De ahí que llegáramos
a gritar en muchas manifestaciones: “que esos no nos representan”, “que no hay
pan para tanto chorizo” o, “dicen que es democracia, pero no lo es”.
Para gobernar para la ciudadanía
hay que llevarles en el corazón cada día, hay que tener una gran valentía, hay
que atreverse a denunciar públicamente a todos aquellos que te abordan para
corromperte. El objetivo de la función política ha de ser conseguir el bien
para la gente, el progreso, la investigación, la mejor educación, la mejor
sanidad, etc., además de estar cada minuto al lado de las personas, no del
dinero. Hay que tener una mayor humildad y transparencia, pero como se habrán
fijado, hasta cuando juran sus cargos prometen guardar secreto de las deliberaciones
del Consejo de Ministros y Ministras. Aquí hay alguien que aún no se enteró que
trabaja para la ciudadanía y que cobra del dinero que ésta pone en la caja.
Si los que llegan no se atreven a
ser anti sistemas, hay poco que hacer, porque el sistema se ha ido forjando
sobre pilares de corrupción y hace las veces de un molde, les encorseta y les
obliga a funcionar de un modo determinado y previsto para que dé unos
resultados concretos. Hay que atreverse a romper la mentira sobre la que gira
la vida política y sus negocios. Hay que tener voluntad de cambio verdadero,
para ello hay que comenzar por crear una nueva cimentación sobre la que pueda
descansar el nuevo edificio democrático que aparte los intereses de partido y
trabaje para asegurar el futuro digno de las personas. ¿Estamos ante una posibilidad
así?, lo dudo, permítanme que lo ponga en duda, estos igual que los anteriores,
hacen demasiado hincapié al respeto de un texto antiguo, llamado Constitución,
sin que hayan manifestado nada acerca de modernizarla o actualizarla, para
ellos es la Biblia sobre la que ampararse para que nada o poco, si no es
interés de los poderosos del dinero, cambie.
España tiene problemas que hace
años no se daban o, sencillamente, no sabíamos de ellos, pero ahora son tan
descarados y hacen tanto daño a la gente que hay que modificar las leyes… de
esto tampoco hablan. Hacer populismo
todos lo saben hacer mejor que nadie, y cuando digo hacer populismo me refiero
a regalarle los oídos a la gente, decir lo que desean oír pero hacer bien poco
por conseguirlo. Decir lo que más conviene a la ciudadanía y ponerse a trabajar
para conseguirlo, eso no es populismo, es cumplir con la obligación que tienen
todos los que ostentan cargos en el gobierno de una nación.
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