Empezó el mundial de fútbol entre
destituciones como la del seleccionador o la del Ministro de cultura y deporte,
la inminente entrada en la cárcel de Urdangarín y Jaume Mata, el intento de
enmendar, por parte del PP, sus propios presupuestos, Rato que sigue escabulléndose
de la justicia, los EREs de Andalucía que no condenan a nadie en serio y,
sobretodo, nadie devuelve lo que nos han robado de un modo u otro. El opio del
pueblo, como se le viene llamando desde hace décadas, ya está aquí, es el
momento idóneo, el que desde hace años ha sido aprovechado por los tramposos
para cometer sus fechorías sin que el pueblo se enterase. Cuando termine el
mundial habrá que hacer caja o una auditoria, habrá que comprobar qué es lo que
nos falta, qué habrá desaparecido, qué habrán podido firmar o acordar a
nuestras espaldas. Entre partidos, algunos están acostumbrados a meternos
varios goles.
Para ir al mundial sí hay dinero,
para los desorbitados sueldos o primas de los jugadores, seleccionador, cuerpo
técnico y demás, sí hay dinero, para las pensiones un ridículo 0,25%, que se
pretende hacer llegar al ridículo 1,6%, que según dicen equipara las pensiones
al IPC, pero eso no es posible que sea real, solo hay que salir a comprar para
ver cómo padece nuestra cartera. Los sabios de la tribulación calculan el IPC,
pero a mí no me convence, ¿cuántas veces ha subido la electricidad y los
carburantes, algo que es de uso diario?, ¿cuánto ha subido todo: alimentos,
ropas, calzados, transportes, etc.?... que no nos vengan con cuentos, que somos
mayorcitos. No pueden callar a los pensionistas con quince o veinte euros de
subida al mes… ¡eso es una ofensa! Que se apliquen todos ellos, los que deciden
cómo ha de ser la vida de esa pobre gente jubilada, salarios de las cuantías
que tienen los que dieron gran parte de sus vidas para que el carrusel de
embustes parlamentarios y gubernamentales siguiera haciendo ricos a muchos inútiles.
Vuelvo a decir que esta farsa hay
que hacerla añicos para consolidar algo nuevo más humano y a las órdenes de las
personas, no de los cuatro adinerados que se han tomado a España por su cortijo
privado. Hay que dejar de tener miedo a esos que tratan de dirigir el país
desde la sombra, sin que les veamos sus caras, manipulando y sobornando a sus
conocidos que ocupan puestos relevantes en la Administración Pública o en el
Gobierno. Hay que poner fin a la corrupción que hace posible que las medidas
que se adopten sean las que más les interesan a ellos y no a la ciudadanía
española. Hay que rescatar a la gente y hacer de este país un país
autosuficiente, moderno, progresista y puntero en todas las áreas. No hay que
dejar a nadie atrás, todos somos iguales y debemos tener las mismas
obligaciones y derechos. La riqueza nos debe alcanzar a todos, más o menos, por
igual. Todos tenemos derecho a vivir dignamente y es como debe ser.
Los políticos que no estén
dispuesto a servir a la gente en los términos expuestos, que den un paso al
lado y se vayan a sus profesiones privadas, en las que dicen poder ganar mucho
dinero, pero ahí están, agarrados a los sillones como si les hubieran aplicado
pegamento instantáneo Acme de gran potencia.
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