Europa, todos se sienten muy
europeos, muchos pasean las banderas azules con las estrellas doradas, pero a
la hora de la verdad, los emigrantes, refugiados o como gusten llamarles… ¡qué
son personas como usted y como yo!, dan vueltas por el Mediterráneo sin que
ningún Estado miembro de la UE les abra sus puertos… ¡una vergüenza! Hablamos
de personas, mujeres y niños en un buen porcentaje, que salen de sus países
buscando un futuro mejor, en muchos casos, aterrorizados, huyendo de la
violencia, del terrorismo, de las bombas, del hambre y de los regímenes
opresores que deberían haber desaparecido de la faz de la Tierra. Nadie les
quiere, nadie les acoge, son un trozo de hierro flotante al que nadie mira, al
que nadie les abre sus brazos, como si habláramos de un navío fantasma,
abandonado o perdido en el Triángulo de la Bermudas. No es ficción, no se trata
de una película, es real, están ahí frente a costas cuyos países les rechazan
porque sus gobernantes, son ultras y, egoístamente, dicen defender el bienestar
de sus conciudadanos aunque mañana, los ocupantes de aquella embarcación
pudieran ser cadáveres de todas las edades a la deriva en el mar de la
vergüenza.
En las últimas noticias he podido
escuchar, si mis oídos no me engañaron, que España, ahora en manos de Pedro
Sánchez y sus Ministros y Ministras, ha tenido que salir al paso, en un gesto,
espero, humanitario más que político… “con los políticos nunca se sabe”, la que
haya ofrecido una salida a esta crisis puntual. Esas personas podrán pisar
tierra en Valencia, así lo he entendido. Europa debe dejar de mirarse el propio
ombligo y pasar de ser un ente deshumanizado a algo bien distinto, por el bien
de todos los europeos, de nuestros vecinos próximos y lejanos. El sentido de
integración en un todo llamado humanidad, queda bien lejos, por lo que podemos
apreciar de esos dirigentes rancios y malvados que no son nada hospitalarios
aunque bastante perversos. Les importa mucho más el déficit, corregir el mismo
y todas esas técnicas de austeridad que ahogan a las poblaciones y no les dejan
progresar, que proceder con amabilidad, generosidad, bondad y amor hacia los
demás. Ellos saben poco de esto, quizá, no sepan nada, solo hablan de
exportaciones, de mercados, de bolsas, de encuestas, de asambleas o reuniones
secretas… ¡a saber lo que tratarán a nuestras espaldas!
Esa gente que actúa así contra
los seres humanos, ha trazado una forma de vivir, ha idealizado un plan y lo
trata de imponer a toda costa, tenga las repercusiones que tengan; son
traidores, como me gusta llamarles, nos han declarado la guerra a la ciudadanía
normal, trabajadora, sencilla o, más bien, humilde, tal vez, sea más correcto
especificarla de este modo. Europa es un club en el que te incluyes pero con un
trato diferenciador, a unos les tratan mejor que a otros, a unos les aprietan
más que a otros, a unos les dejan el dinero sin coste alguno en intereses y a
otros no; unos mandan y otros obedecen si quieren pertenecer al club cavernario
europeo. Unos tienen su propia moneda y otros no pueden imprimir papel que
llaman dinero. Unos se quedan y otros se marchan, cada cual tiene sus leyes, su
sistema financiero y fiscal… cada cual va a su bola y a eso le llaman la Unión
Europea (UE). Otro montón de políticos de otro montón de partidos y de otro
montón de países… lo que yo digo: la ETT (Empresa de Trabajo Temporal)
desplegada y en activo por parte de la clase política para conseguir más
puestos de trabajo para los suyos. Mucha gente hablando de banalidades,
haciendo leyes que después incumplen, los derechos humanos que se los saltan a
pídola y esas personas abandonadas como perros a merced de las corrientes marinas…
¡muy bien!
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