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El silencio o la quietud es algo
que le cuesta a muchas personas, no hablemos de los niños, parar es aburrido
para muchos, la ausencia de ruidos les cuesta y hay quienes hacen cantidad de
ruido sin contemplar que tal vez estén molestando a los más cercanos, pero
tenemos un defecto, metámonos todos, que vamos a nuestro avío. Hacemos lo que
nos parece, en el momento que mejor nos convenga y tenemos poca o ninguna
consideración con los vecinos. Tenemos mucho que aprender, los otros son como
nosotros mismos y le debemos el mismo respeto que exigimos nos tengan o que
nosotros mismos nos tenemos. Un buen principio es desear para el prójimo lo que
deseamos para nosotros. Otro gran principio es respetarlo como nos gustaría nos
respetaran y, para finalizar, si pudiéramos, amarles como amamos a los seres
más cercanos dentro de nuestra familia, o a nosotros mismos.
Tenemos un camino largo por recorrer
si deseamos alcanzar ese mundo que todos nos hemos atrevido, alguna vez,
imaginar. No culpemos a los otros y, mucho menos, a entes impersonales, como
hice antes cuando personifiqué el mundo cuando quiero señalar a las personas
que habitan el Planeta. Somos los responsables de todo lo que sucede, nos falta
más humanidad para acordar medidas más bondadosas. ¿Quiénes están educando en
el amor hacia los demás?, ¿quiénes suelen decir a sus hijos pequeños que se
cuiden mucho de que los demás les quiten sus juguetes?, somos nosotros los que
creamos o les servimos en bandeja a ciertos personajes que el niño sigue
interpretando el resto de su vida. Hay que tener mucho cuido por tanto.
Estoy acompañando a mi padre en
el hospital tras una intervención quirúrgica que le han realizado, ¿saben cuántas
veces le he tenido que pedir a los familiares de la cama de al lado que hablen
o pongan el televisor bajito?... cada día, ¿por qué?, ¿no aprenden de una vez
por todas?, ¿desconocen que hay que respetar a los demás?, ¿acaso están solos
en la habitación?, ¿se puede ser así de zoquete? No podemos avanzar todo lo que
quisiéramos porque hay cantidad de gente que, por el momento, se encuentra rezagada,
le llamaré así. Eso también es programación defectuosa o carencia de educación en
su programación, en mi opinión. Es muy desagradable tener que llamar la
atención para pedir lo que debería ser evidente… que estamos en un hospital, no
en el salón de nuestras casas. Ayer noche me levanté a cerrar la puerta de la
habitación porque algunas personas celebraban la reunión de bar en su
habitación… de fondo el partido que jugaba el Sevilla F.C., en un volumen más
que apreciable, pero por encima de la retransmisión la voz de una mujer en
especial, pues era a la que más se le oía, que parecíamos tenerla dentro de
nuestra habitación. Serían las once de la noche, tal vez, pasadas. Salí al
pasillo a ver si adivinaba de donde procedían las voces, supuse que provenían
de una habitación contigua, pero me equivoqué, ni siquiera era de una
habitación de nuestro pasillo sino de otro más allá… imaginen el volumen de la
señora y de la televisión. Antiguamente en los centros de salud, ambulatorios
entonces, y hospitales solía haber celadores que mandaban guardar silencio,
pero ya solo empujan carritos, camillas o levantan enfermos, el resto se queda
al libre albedrio de la educación de cada uno, pero constantemente vemos que es
insuficiente. Concluyendo: al árbol hay que enderezarlo desde pequeñito.
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