España, el país de panderetas, el
de la justicia injusta, el de todos no somos iguales ante la ley y menos si se es
próximo a la familia real o, se ha desempañado un cargo más o menos destacado y
público. España la que se cae a pedazos por la corrupción aplicada como sistema
de supervivencia y enriquecimiento de ciertos partidos políticos a los que la
justicia no se ha atrevido a inhabilitar, permitiendo que hayamos sido
gobernados por un sistema infame de mafiosos y corruptos. España, un país en el
que delinquir a ciertos personajes de alta clase social, aunque no moral ni
ética, le sale rentable: pocos años al trullo para posteriormente seguir
disfrutando del botín, producto del saqueo de las arcas públicas.
España es el país en el que matar
a alguien borracho tiene atenuante, tanto como para que la familia del muerto
padezca su pérdida durante el resto de sus vidas, mientras que el golfo
borracho, tal vez torero, pase unas vacaciones entre rejas y siga paseando su
cara de plató en plató de televisión. España es el país en el que un juez
pierde su carrera de juez por perseguir y acusar a delincuentes del gobierno o
políticos destacados, y no solo tenemos un ejemplo sino dos: juez Garzón y juez
Elpidio. Además de varios funcionarios a los que les amenazan, les han hecho la
vida imposible, han perdido sus trabajos o se les ha vuelto la sentencia en su
contra… todo por haber sido valientes y haber denunciado a superiores que
estaban metiendo la mano en la caja de un modo u otro.
España es el país que teniendo tantas
horas de sol, en lugar de tener un gobierno que mire por la ciudadanía, se le
ocurre poner un impuesto al sol, para que producir energía limpia sea
penalizado frente a su connivencia con las eléctricas, empresas que antes, en
origen, fueron públicas, pero que se convirtieron en presas de la privatización
salvaje, que no es más que el desmontaje de lo público, el atraco y la traición
al pueblo español, para hacer millonarios a ciertos empresarios amigos y
asegurarse los políticos sillones en los consejos de administración de esas
compañías.
España es el país en el que hacer
una letra de una canción protesta te puede costar más años de cárcel, en
comparación al delito cometido y a sus propias consecuencias, que robar seis
millones de euros, si no que le pregunten, respectivamente, a Valtonyc y a
Urdangarín. Ser familia real es un enchufe de alta tensión… ¡prohibido
acercarse, prohibido rechistar!, en ese caso la libertad de expresión no existe
y la incoherencia es manifiesta, ya lo dijo el propio Rey D. Juan Carlos: la
justicia es igual para todos… ¿cómo se atrevió a decirlo, si su propia persona
es inviolable?... ¡ah!, hay ciudadanos especiales que hagan lo hagan no pueden
pasar por los banquillos de los juzgados. ¿No vieron que siempre juzgan, por
tanto siempre caen, los segundos, los terceros, etc.?, caen los que siempre
obedecían las órdenes de los primeros, pero los primeros espadas no caen nunca,
digamos: Felipe González, Zapatero, Aznar o M. Rajoy. Igual con los más altos
cargos de todas las comunidades españolas, esos no se enteraban de nada, no
sabían cómo llegaban los dineros ni de dónde procedían. No sabían cómo se
gastaban, no conocían las contabilidades en B o paralelas de sus partidos, ni
cómo entraban los sobres con dinero negro en sus bolsillos.
España es el país en el que hacer
negocio con el Gobierno es un auténtico chollo, puesto que si el negocio
pactado va bien los beneficios son para el empresario, pero si los beneficios
no alcanzan las cantidades previstas, no se han de preocupar, pagamos entre
todos y todas.
España es, en definitiva, un
paraíso fiscal en cubierto, usted solo tiene que defraudar continuamente, mover
el dinero por fuera, no contribuir con Hacienda y esperar a que el Gobierno de
turno le dé la orden, mediante una amnistía fiscal, como le llamó Montoro:
regularización; usted podrá regularizar todo su dinero que nadie le va a
preguntar si se dedica a mover drogas, vender esclavos, es usted un sicario,
etc., eso no interesa ni es el propósito del Gobierno sino facilitarle la
legalización de su dinero negro al tiempo que le indulta por delinquir y, la
guinda del pastel, permitirle tributar por menos cuantía que el resto de la
ciudadanía decente de este puto país.
Estas son algunas de las cosillas
que se me han venido a la cabeza, no me dirán que España no es el país de
panderetas que os anuncié al comienzo del escrito. Lo malo de esto es que lo
seguirá siendo mientras no llegue un Gobierno decente y valiente, no sé si
estamos a la altura necesaria para que esto suceda. Hay que romper este sistema
de mierda para que surja otra cosa diferente… esperemos que mejor.
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