Imagen: www.marca.com
Tal vez sea usted uno o una de
los que hemos perdido dos horas y quince minutos delante de la televisión,
viendo a dos equipos de barrio… peor imposible. Se trataba de la selección de
caminantes de España contra la selección de caminantes de Rusia, al
calificarlas de caminantes ya está todo dicho, pero hay que tener cuidado
porque los niños que han estado caminando se quejan, y mucho, de los
comentarios sobre su desaparecido juego. En noventa minutos han tirado a puerta
rival, quizá, cuatro veces, pero lo que sí nos ha quedado claro es la
aplicación de la técnica de los ataques de balonmano… esa forma de llevar el
balón de un lateral al otro sin profundizar ni un metro mientras los minutos
corrían en el reloj. Hemos podido ver un juego totalmente ineficaz, aburrido,
sin emoción alguna e impropio de un campeonato del mundo de fútbol, a menos que
lo que haya pactado la plantilla fuera volver corriendo a casa para disfrutar
de las “merecidas” vacaciones junto a los suyos.
¡Vaya desencanto de selección!,
de buenas a primeras ninguno sabe jugar al futbol, nadie corre tras el balón y,
para colmo, las instrucciones de mover el balón en horizontal, dejando pasar el
tiempo, nos convirtió en un manso equipo que nunca puso a Rusia en peligro, a
pesar de estar solo en el campo. La posesión de la pelota era totalmente
desproporcionada a favor de la selección española, del orden de un 75% contra
el 25% que tuvieron la pelota los rusos. A pesar de ello, España no llegaba, no
sabía romper al conjunto ruso, no alcanzaba su área, no causaba peligro y no
disparaba a portería.
Estoy convencido que este mundial
le ha venido muy largo a España, todo comenzó con el gran traspiés de la
destitución del seleccionador nacional que tan bien había conducido al
conjunto. En mal momento hizo público su fichaje con el Real Madrid y esto le
condujo directamente a la casilla de salida… a tierras españolas y abandono de
la selección. Desde entonces y con dificultades superaron los partidos, con
empates o por la mínima, para aprovecharse de algunos resultados de su grupo y
pasar a octavos como primera… suerte no, lo siguiente. A Egea nos lo han
cambiado, este no es nuestro Egea, o estaba desanimado, cansado o lesionado. Al
resto de la plantilla le ha debido suceder algo parecido, así que lo mejor
después de haber pillado cacho por haber jugado otro mundial, es volver a casa,
a dormir calentito y a jugar con sus hijos y sus hijas.
Como casi siempre en estas cosas
que manejan unos pocos, no hay responsabilidades, nadie paga el pato más que
los aficionados, los que han andado detrás del balón se llevan lo suyo, el
seleccionador igual y mañana le echamos la culpa a la ensaladilla rusa, a los
huevos en mal estado, al exceso de calor o de lluvia, la acumulación de
partidos, el desgaste que se ha hecho para clasificarse, etc.; cualquier cosa
va bien menos reconocer que no se ha dado el callo y no se ha estado a la
altura, al tiempo que no se dice la verdadera razón del desconcierto en el
juego que hizo desaparecer a la selección española y nos dejó a cualquier
equipo de barrio. Ya es la segunda vez que les menciono, me refiero a los equipos
de barrios, pero deseo se me entienda que estoy tratando de establecer cual
debería haber sido el nivel de juego esperado de una selección, que todos y
todas comprenderán es, o debiera ser, más elevado que el de cualquier equipo
modesto. La crisis alcanzó a la roja.
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