Fumar es una mala costumbre, que
llega a convertirse en un vicio difícil de extrapolar de la vida de algunas
personas. Fumar mata, ya te lo dice la propia cajetilla que contiene los
cigarrillos venenosos. Cuando fumas introduces en tu cuerpo miles de sustancias
químicas perjudiciales, que terminan minando tu salud. A pesar de todas las
advertencias, el vicio te puede, el paquete te llama, el placer del humo
circulando por tus pulmones, reemplazando al aire, y el humo saliendo por tus
fosas nasales o por tu boca, dices que te produce placer. Es un placer un poco
caro, ¿no crees?, te puede llegar a costar la vida y si no llega a hacerlo,
casi seguro, que la limitará mucho en el futuro. Los problemas pulmonares
provocados por el tabaco cubren todo el abanico de enfermedades pulmonares:
desde la bronquitis a infecciones agudas como la neumonía, pasando por el cáncer
de pulmón o la famosa y clásica enfermedad del fumador al que el alquitrán y la
nicotina les va tapando los alveolos pulmonares… la temida EPOC (Enfermedad
Pulmonar Obstructiva Crónica)… el aire ya no entra, ¿ahora qué?
Cuando te pones delante de la
consulta donde realizan broncoscopias, ves cómo van llegando pacientes con sus máquinas
generadoras de oxígeno, sin las cuales no pueden dar un paso… ¡es terrible!
Personas jóvenes fumadoras a las que le detectan un cáncer de pulmón, que si
llegan a tiempo quizás pueda seguir viviendo con un pulmón menos y, lógicamente,
con la mitad de la capacidad respiratoria. Sin embargo, muchas veces, cuando ha
dado la cara esa tos insistente y persistente, esa que los de tu alrededor
están hartos de decirte cuídate esa tos, esa tos es muy fea, sucede lo peor, te
hacen pruebas y además del cáncer de pulmón hay metástasis que afectan a otros
órganos y solo te quedan unos meses de vida… fumar mata, ya lo decía la
cajetilla y tú no le echabas cuenta. Compraba una o dos cada día para envenenar
tu cuerpo y el resultado de tus actos ha llegado, no hay vuelta atrás, tan solo
te queda vivir con los tuyos, cada día, cuanto más tiempo mejor, porque te
queda poco, estás herido de muerte… ¡puto tabaco!
No quiere decir que esto le tenga
que suceder a todos los que fumen, porque hay otros componentes que intervienen
en el desarrollo o no de esa grave enfermedad, pero los que fuman llevan muchas
más papeletas por lo general. Puedes hacer las mismas cosas que haces en la
vida sin tener la dependencia de ese humo venenoso. Es como si metieras la
nariz voluntariamente cada día, un par de horas, en el tubo de escape de un coche
para aspirar su humo. Es un burdo símil, pero lo hago para que se entienda la
gravedad del asunto. La realidad no debe estar mucho más allá del ejemplo dado.
Hagan un cálculo de los cigarros que fuman y el tiempo que emplean en meter ese
humo venenoso y contaminante en sus pulmones. Supongamos que fuman una
cajetilla, veinte cigarros, y tardan cinco minutos en fumar uno, estamos
hablando de cien minutos; ya vamos camino de las dos horas, el pico que falta
es el tiempo que te pasas junto a otras personas fumadoras respirando sus humos.
Por otro lado, tenemos los fumadores pasivos, los demás miembros de tu familia,
ajenos al asunto de este veneno, a los que haces participe de tu chimenea
andante…, la chimenea andante, evidentemente, eres tú. Esas personas o
personitas, dependiendo de su edad, “fuman” al tiempo que tú, fumador o
fumadora, practicas tu vicio. Ellas pueden ensuciar sus pulmones con tu humo y
pueden llegar a enfermar de sus pulmones por tu culpa. Creo que es cuestión de
pensarlo un poco. Te están matando y, también, te estás matando, ellos por las porquerías
venenosas que añaden al tabaco, y tú porque lo compras sin que nadie te apunte
con una pistola.
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