Imagen: www.sensacine.com
Nos ha tocado
convivir, así que irremediablemente debemos poner de nuestra parte. Sé que a
veces es difícil, otros lo ponen muy complicado, viven demasiado egoístamente,
solo pensando en ellos, te pueden dispensar un trato inadecuado o te dan con
las puertas en las narices, la educación de cada uno se muestra de diferentes
formas. Aún en esas circunstancias deberíamos dar lo mejor de nosotros, siempre
hay quien te anima a que le des su propia medicina y no es que falten ganas de
hacerlo, pero si reflexionas, es ponerse al mismo nivel del otro y,
seguramente, la provocación le irritará más y su respuesta será, si puede,
mayor… ¡eso es la guerra!, ¿tiene algún sentido?... ¡al final todos jodidos!
Nos toca
razonar, aunque a algunos les cueste mucho hacerlo. Debemos dialogar, aunque
algunos no estén dispuesto para ello. Y lo más complicado mirado
superficialmente, nos toca transigir para evitar el conflicto porque el nivel
de algunos sí lo hace posible, mientras que el de otros se lo impide. Otros
hablan de sacar los dientes, sus relatos son bravucones, al menos de palabra,
habría que verles en los hechos, pero no podemos arreglarlo todo a guantazos,
se nos presupones seres civilizados, humanos e inteligentes, deben asistirnos
otros valores, otras cualidades, otros principios. Nuestra educación ha de
estar por encima de las circunstancias habituales, rutinarias, diarias,
vecinales, laborales. Siempre deberíamos seguir siendo seres educados y cívicos.
La violencia
no es el camino, pues hasta los más cobardes podrían llegar a ajustar sus
cuentas con los más desaprensivos usando una pistola, pero ¿qué hacemos, salimos
todos corriendo a comprar una pistola?, ¿volvemos al lejano Oeste?, ¿caminamos,
como en otras zonas del mundo, con el arma encima y le descerrajamos dos tiros
al primero que nos lleve la contraria, con los que discutamos por los temas que
fueren o que nos pusieren en peligro yendo al volante? Nos toca aprender a
gestionar todas esas situaciones en las que decimos coloquialmente “nos hierve
la sangre”. Por otro lado, siempre tendremos a la ley para poder reclamar
nuestros derechos contra las acciones incívicas de los demás. Ya sé, las leyes,
muchas veces, parecen estar de parte del delincuente, del que se las salta, del
que incordia, de los que sacan los pies del plato, pero habrá que seguir
insistiendo para que las autoridades exijan a los políticos hagan unas leyes
más acordes con la realidad vigente y con las responsabilidades que debieran
tener unos y otros.
Los que me leéis
habréis podido observar que yo tampoco me salvo, como todos, tengo mis conflictos
vecinales, personales, rutinarios y, desgraciadamente, repetitivos, pero aunque
mi círculo cercano me invita a pagar a esos vecinos descuidados con su misma
medicina, lo reflexiono, y como se lo hice saber a mi esposa, ese no es el
camino. Ya dije antes, solo puede desembocar en un yo más, tú más, la guerra y
nadie descansa, todos jodidos, y de paso, como daños colaterales, probablemente
algunos vecinos más. Esa no es la vía, insisto. La vía cívica es el dialogo, ampararse
en la comunidad de propietarios y en la ley. Insistir, presentar pruebas y
testigos, hasta obligar a las autoridades que tomen parte en el asunto para
arreglarlo. En nuestro día a día tiene que ser de este modo, no somos Rambo, ni
tan siquiera Bruce Lee, tampoco vamos a emular a Charles Bronson en la peli “El
Justiciero”. No es cuestión de abrirse paso a base de balas ni de mamporros,
nuestras armas son: la inteligencia, el control, la compasión, y hasta si nos
fuera posible… ¡el amor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario