Imagen: Profesora da clases en una escuela de Taiwán - 20 Minutos
Acabo de leer
una noticia sobre un experto taiwanés, subdirector del centro de control sobre
enfermedades en la isla de Taiwán, que en la madrugada del 31 de diciembre,
estando leyendo en redes sociales, vio algunas publicaciones que provenían de
Wuhan, China, que indicaban que parecía emerger una nueva enfermedad. Lo que
dio pie a este experto a proponer al gobierno que se tomaran medidas contra la
posible patología procedente de Wuhan.
Taiwán
reaccionó con celeridad, en el artículo no se expresan las medidas adoptadas,
salvo la pronta activación del sistema de prevención de emergencias o el
control de todos los pasajeros que llegaban a la isla, pero lo cierto es que
apenas han tenido contagiados o fallecidos y les han pedido a la OMS que puedan
asistir a una reunión en calidad de observador para explicar cuáles fueron las
medidas que le han valido tan extraordinarios resultados en la lucha contra la
pandemia. China se opone a que Taiwán asista e informe, antepone la ideología y
la confrontación política a la salud, parece mentira, pero así están las tiranteces
en el mundo, ¡somos malos para nosotros mismos!
Lo de China es
para estudiarlo detenidamente, si Australia da un paso para investigar el
origen del virus, China amenaza con cortar relaciones comerciales con
Australia. Si Taiwán pretende ayudar al mundo explicando cómo han combatido al
virus, cómo se han protegido para conseguir los buenos resultados que han
tenido, China se niega. De acuerdo que Taiwán es una isla, y eso les ayuda a
aislarse, pero según dice el artículo, medio millón de taiwaneses trabajan en
el país vecino. Taiwán se encuentra a 180 kilómetros por mar de China.
Esto de ser
malos para nosotros mismos no es nuevo, la anterior crisis económica-financiera
fue otro claro ejemplo, una estafa cometida por la avaricia del sector bancario
queriendo hacerse de oro con hipotecas que resultaron valer menos que la
basura. Tal metedura de pata tuvo como consecuencia un agujero tremendo en el
sector bancario-financiero, del cual nos pretendieron culpar, saliéndoles bien
la jugada, pues los traidores políticos accedieron a subvencionarles con
nuestro dinero. Cada vez que los políticos toman decisiones que benefician a
ciertos sectores minoritarios, al mismo tiempo que perjudican a la ciudadanía o
retrasan el progreso y el bienestar de las personas, vuelven a demostrar que
somos malos para nosotros mismos. La corrupción sistémica de los gobiernos del
mundo, empobrece y margina a la humanidad en su conjunto.
No entiendo
qué hacemos en esta existencia, si lo que más valor tiene no es el dinero sino
la felicidad, la paz, sentirse pleno y lleno de amor. El Planeta es nuestra
casa por suerte o por desgracia y tenemos mucho por hacer para cuidar este hábitat,
en lugar de gastar sumas astronómicas para conquistar el espacio exterior. El
sistema por el que se rigen los países de los que nosotros llamamos mundo,
nuestro mundo, tiene que evolucionar para acercarse a un sistema humano, inteligente,
honesto y solidario. El sistema no puede ser la lucha diaria por la consecución
del dinero, sino por el logro de la felicidad, del desarrollo del ser humano,
de la trascendencia de la pobreza material.
De todo ello,
nadie nos habla, son autovías que no interesan transitar, considerarnos iguales,
una verdad absoluta, es ignorada desde el mismo momento en que a alguien se le
ocurra sopesarla. Ese pensamiento, esas palabras, son rechazados por
incompatibilidad con un sistema capitalista únicamente centrado en el dinero,
en la consecución de beneficios, en la rivalidad contra todos los demás, en la
lucha por ser los más conocidos, los más consumidos y mantener la mayor
penetración en los mercados. El sistema no nos induce a ser mejores personas
cada día, pero sí a ser los que más vendamos, aunque nuestra salud o nuestra
vida vayan en ello. Somos reemplazables, nos sustituyen por otro a quien puedan
comenzar a presionar hasta que sucumba, y en paz. Una sociedad sin dinero es
posible, totalmente posible, pero los poderosos se niegan a ser como los demás,
o sea, uno más, ahí radica todo el conflicto de clases del sistema capitalista.
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