Muchos han
entendido la política como un medio de vida y unos pocos como la vía de hacer
el Agosto con las mordidas de los contratos adjudicados. Hay cantidad de gente
envuelta en malversaciones de capitales públicos, de muchos ya tenemos
noticias, pero aún hay cantidad de individuos e individuas a la sombra, sin
salir a la palestra por el momento. Algunos habrá también en política por el
placer o la necesidad de hacer el bien para el colectivo, también los habrá.
Tener la responsabilidad
de hacer el bien, la obligación de trabajar para los demás y proyectar para el
futuro de todos, ha de ser hermoso cuando tus compañeras de viaje son la
honestidad y la ilusión. Los ciudadanos tenemos mucho que decir y mucho que
hacer para retomar el poder de decisión, para organizar nuestra sociedad, para
cambiar las leyes, para que el sistema sea más justo e igualitario para todos,
para asegurar la redistribución de la riqueza, para que todos tengamos trabajo,
para que cobremos salarios dignos y suficiente para hacer frente a los gastos y
vivir con cierta holgura.
Es nuestra la
obligación de ir a por los mandos del sistema, el sistema nos pertenece, lo
mantenemos nosotros, es nuestro y tenemos que estar convencidos de que es así.
En la actualidad hay poderes que no dan la cara y que son los que sacan la
mayor tajada de toda la actividad que se realiza, pero que no podrían
consolidarla sin nuestra ayuda y cooperación. Somos necesarios, por eso tenemos
que cambiar el chip, creérnoslo y desplazar a esos usurpadores de la voluntad
ciudadana, los mismo que nos doblegan por ser poderosos, porque atesoran
riquezas, pues para ellos; eso no les da derecho alguno sobre nuestras vidas y
sobre las directrices del sistema social, político, productivo, etc. que
deseemos los ciudadanos. Somos nosotros los únicos que debemos decir cómo queremos
vivir, cómo queremos organizarnos, qué privilegios nos concedemos y qué
obligaciones nos imponemos. Llevamos tantos años viviendo la anormalidad de que
otros vivan de nosotros, como un modo sutil de explotación, de que otros nos
impongan sus leyes y sus condiciones de vida, que nos cuesta pelear por lo que
siempre debió ser nuestra voluntad de acción.
Debemos de tenerlo
muy claro, hay que comenzar por barrer la casa, sacar toda la podredumbre
parasitaria que lleva años sirviéndose de nosotros en las condiciones impuestas
por ellos. Auditar lo que han hecho, cómo lo han hecho, cuánto nos han
perjudicado y pedir cuentas y encarcelar a los traidores. Los que han gobernado
y se han prestado al juego de los poderes perjudicando a la ciudadanía, son
traidores, por tanto es posible que en mayor o menor grado todos los
presidentes de este país estén manchados por la corrupción. Así que auditar,
demostrar, pedir cuentas y encarcelar, porque ese no puede seguir siendo el
modelo de gestión de este país; los que no estén de acuerdo que huyan, que se
marchen, no queremos más gestores millonarios a nuestra costa y traicionándonos
al mismo tiempo.
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