Este fin de
semana hemos sido espectadores de algo, que quizá a algunos se le haya podido
pasar por alto, tomado como normal, dado que salía de la boca de los supuestos demócratas
que están al frente de las instituciones. Decían alegremente, sin recapacitar
ni ahondar en ello y tal como están acostumbrados, que el Presidente de Grecia
se estaba saltando “las reglas del juego” por haber decidido que su pueblo se
pronunciase acerca de la conveniencia de adoptar las medidas empobrecedoras y
restrictivas que los ciudadanos helenos tendrían que soportar, caso de que se
impusieran como es deseo de la organización europea.
¿Desde cuándo
está bien visto y es necesario que un pueblo se mantenga callado, privado de
voz, y obligado a aceptar vivir según los intereses de un montón de adinerados
señores? Nos demuestra, una vez más, que hay gobernantes muy criticados, como lo
está siendo el Sr. Tsipras, Presidente de Grecia, que respeta la soberanía de
los ciudadanos; y hay otros como los Sres.: Zapatero y Rajoy, a los que les
imponen unas políticas los señores de la Troika y las acatan como si de una
dictadura se tratase. Señor, usted podrá creer que esto o aquello es lo mejor,
pero usted no fue votado llevando esas condiciones, que estamos padeciendo, en
su programa. Si usted es un demócrata debe consultar a su pueblo y obrar según
decidimos nosotros; lo contrario es una vuelta a finales del siglo XVIII, que
nos situaría en pleno Despotismo Ilustrado, una forma de gobierno similar a una
dictadura y cuyo lema era: Todo para el pueblo pero sin el pueblo.
Cuando un
gobernante respeta a sus ciudadanos, a aquellos que representa, no tiene un
cheque en blanco para hacer con él lo que más le plazca, que esa si que parece
que es la regla del juego a la que se han venido refiriendo todos aquellos que
han vertido su opinión y a las que tanto acuden cuando les convienen. Además
suelen añadir que son las reglas del juego que nos hemos dado y yo digo que
esto es mucho más serio, que no se le pueden llamar reglas del juego, que esta
forma tan grotesca de manejar las situaciones que tanto repercuten en la vida de
las personas, no es digna de Estados democráticos, ni de gente a la que se le
presupone dignidad, inteligencia, decencia y respeto.
Las reglas del
juego las acuerdan unos pocos, conforme a unos intereses comunes de ellos, que
se emplean para servirse de todos nosotros y de lo que es de todos para
mantener el nivel de riqueza y la forma de distribución de la misma más idónea
para mantener los más pasiva posible la soberanía de los pueblos. Ellos son
conocedores de la fuerza que podría llegar a tener una población luchando
activamente por sus intereses, y se han dado unas reglas de juego que nos
mantengan desunidos y anestesiados; esas son sus verdaderas reglas del juego.
Observen que un Gobierno con mayoría absoluta no es más que una dictadura
ordenando decretos, muchas veces fuera de programa como ha sido el caso en
España o pretende que suceda en Grecia, que obliga a sus ciudadanos sin contar,
en absoluto, con su opinión. Y por lo que se han indignado algunos es porque un
Presidente, en este caso el de Grecia, muestre catadura moral y quiera
consultar, quiere que su pueblo elija cómo desea vivir, y esto le honra como
político y como persona.
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