Hoy la
comidilla periodística es la pitada al himno de España, en el partido de la
final de la Copa del Rey, que muchos interpretan que dicha pitada se hace
extensiva al Rey. Al ruido propio de la pitada, se añade el ruido de los
medios, o más bien de algunos que sacan punta de todo, son aquellos que
debieron nacer con la pulserita roja y gualda en su muñeca. Deben ser los que
sienten los colores o al país más que ningún otro, ellos nacieron con el titulo
de hijos de la patria.
Para mi no es
un drama, no digo que esté bien pero tampoco digo que esté mal, es libertad de
expresión que yo no comparto, en el sentido que si yo hubiera estado en el
estadio no hubiera participado de la protesta o abucheo, seguro que no. No va
conmigo, no me siento especialmente ni motivado para ello, ni siento un rechazo
suficiente como para tenerlo que manifestar en público. No soy de los de las
pulseritas, nunca lo he sido sino más bien del lado contrario, pero siempre he
respetado las ideas de los demás en ese sentido.
Lo de la Casa
Real es un tema de imposición que no he visto bien a lo largo de mi vida, no he
entendido lo de tener Rey, eso me recuerda la edad media, el Rey y los vasallos,
a esto me suena este tema. No me gusta tener que costear una casa millonaria y
a unas personas que no las he visto como productivas, no he entendido que por
nacer y tener una genealogía determinada ya se viva toda la vida a costa del
pueblo. Tampoco he entendido que sea una imposición de por vida, donde se
suceden sus miembros y vi muy injusto que no sea Reina en lugar de Rey, pues
Elena es la mayor y en una sociedad que se ha rasgado las vestiduras hablando
de la igualdad de genero y de oportunidades entre hombres y mujeres, cuando
llegó el momento modificaron las leyes, hicieron un apaño, para que reinara el Príncipe
Felipe, como así ha sido.
Tampoco he entendido
como la figura del Rey se procuró que fuera inviolable, o como se promulgaba un
Estado de derecho que asegurara que todos fuéramos iguales ante la ley, menos
uno, el Rey. Lo he visto toda mi vida como una injusticia, como un privilegio
que le ha permitido a ese señor vivir como ha querido, hacer los negocios que
ha querido, cobrar las comisiones que ha podido y amar a todas las mujeres que
ha deseado, amparado en un sistema que le libraba de tener que dar cuenta sobre
lo que hacía o dejaba de hacer.
En definitiva,
es posible que a veces, entre sus cometidos, haya realizado contactos y
acuerdos de los que nos hayamos beneficiado como país, es posible; pero yo como
persona, aquí sentado y en mi situación personal, no he sentido la acción
directa de esa figura, es más, vivo casi todos los días del año y no me acuerdo
de ellos, como es lógico ellos tampoco saben de mi, soy uno más de los que
pagan impuestos para sostener la Casa Real, además de colaborar para poder
tener los servicios públicos que tenemos. El otro día pitaron, ya pasó, la
sangre no llega al río, todo pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario