De nuevo me
vuelvo a preguntar cuánto tiempo tiene que transcurrir, para que los que tienen
sus mentes viciadas, den un giro, ocurra algo excepcional y hagan algo que se aparte
de sus intereses privados. No puedo dejar de pensar en todo lo que se podría
construir o alcanzar aunando las fuerzas de todos, pensando en todos, teniendo
en cuenta a los demás, siendo eficaces y eficientes, empleando adecuadamente
los recursos y respetando hasta las últimas consecuencias lo que es de todos.
Quizá es que
soy un soñador o un ingenuo, pero no pierdo la esperanza de que lo podamos conseguir
porque las capacidades ya las tenemos y apenas nos demos cuenta de ello,
podemos acabar con los problemas de las sociedades; es muy fácil, relativamente
fácil, es cuestión de querer, de tener la voluntad de actuar de un modo
diferente y estamos preparados para ello, todos lo estamos.
El Planeta
Tierra no puede ser el soporte físico sobre el que podamos desarrollar odio,
sino dónde puede expandirse la vida en todas sus formas. Miramos a nuestro
alrededor y vemos a otras personas, animales, plantas, árboles, agua, todo es
vida y no están ahí para acrecentar el pesimismo, la negatividad, el odio, el
terror, etc. Somos vida y debemos aprender a seguir el curso natural de la
misma, ser cada día más vida, hacernos consciente de ella y entonces
comprenderemos que los demás, como vida que son, tienen cabida. No podemos
emplear nuestras vidas en urdir planes que vayan en contra de lo que somos. No
podemos crear infelicidad allá por donde
pasemos o vivamos. No hay poder que podamos conseguir que nos haga más feliz
que hacernos consciente de quienes somos y de lo que somos. No hay mayor
respeto que la tolerancia de las ideas de los demás, por lo tanto no tiene
cabida la imposición de nuestras ideas a otras personas. Tenemos que aprender a
vivir de un modo flexible, tolerante y respetuoso. Así que todo el desgaste que
se produce en una dirección equivocada, debemos aprovecharlo para ejercer una
labor constructiva con la que hacer cosas sorprendentes entre todos y para
todos. De este básico principio no debería apartarse ninguna sociedad para
progresar, vivir dignamente y sentirse orgullosa y feliz de las metas
alcanzadas.
En la
actualidad hay gran cantidad de intereses ajenos a la propia vida, que están
conduciendo a las sociedades a realizar cantidades de monstruosas acciones,
unas veces, en nombre del capital, otra en nombre de las religiones o de
cualquier otra ideología, pero sobre todo hay cantidad de subterfugios
ilegales, criminales, oscuros y tenebrosos, que están haciendo pagar, a una
gran parte de la población mundial, un precio elevadísimo. El actual orden
mundial es de una inconsciencia superlativa, por eso no hace felices a nadie y
todos buscamos otra cosa, vamos de un tema a otro, proyectados totalmente hacia
el exterior, pagando la insatisfacción con el consumo de artículos, muchas
veces, innecesarios. Casi nunca nos situamos en el presente, estamos haciendo
algo y ya estamos planeando qué hacer después; es como si le temiéramos a no
tener nada qué hacer. ¿Qué nos está sucediendo?
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