Desde hace un
tiempo los programas de televisión dedicados a la información política y a las
tertulias del mismo tema, no dejan de dar vueltas alrededor de las mismas
noticias y de las mismas reacciones, buscando constantemente la confrontación
de opiniones entre unos y otros. Sinceramente, se cansa uno de la repetición o
encasillamiento, son muy previsibles las intervenciones tanto de periodistas,
como de políticos o de los analistas políticos; evidentemente hay excepciones.
Tengo la
sensación de que no me vale la pena desperdiciar el tiempo delante de la
televisión para seguir oyendo lo mismo que se dijo ayer, antes de ayer, etc.
Así que esta mañana y hasta que sienta la necesidad de más información, voy a
cortar con esta esterilidad mental que te provocan los medios. Voy a pasar del
tú más que viene años repitiéndose, no me es constructivo en absoluto, no me
aporta nada positivo; es lo más parecido al Salvado de la cinco, evidentemente
guardando las distancias pero con un cierto paralelismo. Durante mucho tiempo
de estos años pasados he seguido fielmente varios programas de información y
tertulias políticas, como: Las mañanas de la cuatro, Al rojo vivo de la sexta,
la sexta noche y con anterioridad el que guiaba el fraile Carlos Fuentes:
Queremos opinar; y me han parecido que han tenido momentazos, pero no dejan de dar
vueltas a lo que no va a tener remedio si no se comienza por barrer las
instituciones, limpiar el polvo y pasar la fregona con bastante detergente y lejía
para desinfectarlas a fondo.
Incluso,
sucede que en un mismo programa, en diferentes momentos se dan varias veces las
mismas noticias, “es como un por cojones” que se convierte en un tipo de
tormento. Por otro lado, he de decir que gracias a estos programas y a la labor
periodística se han difundido casos deleznables del comportamiento de ciertos
políticos, que han propiciado cambios en los resultados electorales aunque los
ciudadanos aún son bastante conservadores y le tienen miedo a los cambios, de
otra manera no se explica el apoyo hacia ciertos grupos inmersos de lleno en la
corrupción más execrable.
Los programas
han hecho bien su trabajo y mientras han podido seguir ahondando, la
expectación y el interés que despertaban era sorprendente, pero parece que la
vida política se ha vuelto a estabilizar sustentada en varios pilares bien conocidos,
que solo da lugar a intervenciones, como dije antes, muy predecibles. Hay que
avanzar y profundizar o derivar hacia otros apartados que interesen a los
ciudadanos: analizar programas políticos, labor de investigación y menos
protagonismo a los políticos que como sabemos se deben a los dictados de una
cúpula y, defienden lo indefendible: unos siempre dicen “A” mientras los otros
siempre dicen “B”, sin olvidar el tú más empleado por todos. Hay que poner
sobre la mesa temas que hay que potenciar, hay que salir a la calle a
preguntar, hay que llevar casos reales de gente de este país y relativos a esos
casos pedir soluciones a los partidos políticos, pues de lo contrario, estos
programas solo han quedado como escenarios prestados a los políticos para que
tengan sus minutos de fama.
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