Empezando por
decir que hablar cuando el que tenemos a nuestro lado lo que espera es oír algo
diferente, es un conflicto, crea conflicto. La idealización de las cosas, el
autoengaño o la no percepción de la realidad, crea discrepancias entre las
personas; se ponen en juego miles de combinaciones mentales, de
autocomplacencias y de justificaciones que vienen a empeorar las relaciones. Lo
prudente es no expresar nada que el otro no esté demandando, porque la
sinceridad de uno puede dañar al otro y a su vez ambos pueden estar
equivocados, o sea que se lo podrían haber ahorrado.
Hemos
construido una sociedad que nos obliga a relacionarnos continuamente y habría
que cuestionarse si estamos preparados para ello. Los primates viven en grupos
y también los hombres primitivos cuando se hicieron sedentarios se asentaban en
poblados y parece que compartían labores de domesticación de plantas, animales,
de caza y recolección; pero el hombre tiene un ego, que se traduce en orgullo,
en miedo a ser minusvalorado y pasa a la defensiva con demasiada facilidad. Al
menos, en el hombre moderno sucede con frecuencia, lo que nos lleva al
individualismo y por tanto a la aparente relación de convivencia, donde se
aprende a soportarse.
Somos, no se
si cerca de siete mil u ocho mil millones de habitantes sobre la tierra,
¿podemos imaginarnos la cantidad de convencimientos diferentes, la cantidad de
caracteres y la cantidad de defensas de creencias diferentes?, esto nos lleva a
pensar que es obligatorio un margen de flexibilidad y tolerancia para que
encajen entre sí con aparente normalidad y estabilidad. Somos miles de millones
de personas que hacemos una cierta fuerza en la dirección que creemos debemos
marchar, concretando en ese “marchar”: nuestros convencimientos, nuestros
intereses, nuestras verdades, nuestras idealizaciones, etc. Se imaginan, yo lo
estoy haciendo y estoy visualizando un montón de cuerpos cargados de energía,
sobre una superficie, y flechitas en todas las direcciones saliendo de cada uno
de esos cuerpos, esto es lo que es, ¿tenemos derecho a pensar en otro esquema
de fuerzas, que sea diferente?
Otra cosa
distinta es la canalización del impulso de cada uno hacia un fin que interese a
todos, pero se hace necesario que todos comprendan que ese fin es de su interés
y esto no ha de ser fácil. Es como sacrificar nuestro interés para alcanzar un
interés general, habría que preguntarse si estamos dispuestos y si estamos
preparados. Tampoco vale que una parte de la humanidad lo haga, como sucede
ahora, porque el dolor de los demás siempre está ahí y no permite avanzar hacia
la felicidad. No podemos dejar rezagados a una parte, para incorporarlos hace
falta un mayor grado de comprensión, mucha más solidaridad, mayor compromiso y
colaboración, además de un deseo de compartir hasta igualar. Si no se entiende,
que es lo que pasa actualmente, no se siente a la humanidad y se crean planes
que favorecen a unos pocos, como si se pudiera crecer y conquistar la felicidad
dejando abandonados al resto de habitantes del planeta. Hay que llegar a
comprender, para que lleguemos a amar y queramos coger de la mano a los demás.
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