Las eléctricas,
acostumbradas al oligopolio que representan, reaccionan contra la producción de
energía eléctrica por medios limpios o alternativos. Les hacen saber a Europa
que no se puede seguir subvencionando a dichos productores alternativos, debido
a que la capacidad de generación está sobredimensionada. Las eléctricas se
niegan a ceder el terreno de su negocio, y se revuelven para defenderlo. Esto
sucede por la sobreprotección que siempre han tenido, y tienen, por parte de
los Gobiernos.
Producir
energía eléctrica tal como en estos momentos se hace, significa seguir
contaminando como producto de la combustión del carbón, el fuel, etc., para
producir el vapor a alta presión que mueva la turbina solidaria de los
generadores, que son los que producen la electricidad. Igual sucede con las
centrales nucleares, que no escapan al impresionante riesgo que representa una
fuga radioactiva, tanto para los empleados de las centrales como para el resto
de habitantes, comenzando por los que su residencia se encuentre más próxima, y
terminando por los que vivan más alejados; pues algo que nunca se tiene en
cuenta es que los escapes radioactivos van al aire, y el aire se mueve sin
control, recorriendo regiones de un país, e incluso países distintos. Al final,
todos estamos expuestos, en mayor o menor grado, a la contaminación mundial,
porque compartimos el espacio, y el aire que respiramos o que se pone en
contacto con nuestra piel.
España tiene
una situación geográfica y una climatología muy aptas, para el desarrollo de
las tecnologías limpias o alternativas. Por lo que debiera propiciar la
investigación y fabricación de estos productos transformadores de las energías
primarias: viento, sol, aguas, mareas, etc., en energía eléctrica. Ya deberíamos
ser una potencia puntera en el mundo en este campo, habría que preguntarse por
qué seguimos estancados y qué intereses lo están frenando. Otra vez aparecen
las eléctricas, las niñas bonitas de los Estados, a donde van a parar muchos de
los ministros de nuestros gobiernos cuando dejan la política.
Sin embargo,
el Estado español debería involucrarse a fondo en obtener este liderazgo
mundial. Posteriormente, invertir nuestro dinero en implantar centros
generadores de electricidad por medios alternativos, y servirnos la
electricidad con una tarifa sin ánimo de lucro. Como la generación y el
transporte lo pagamos entre todos, que los precios se calculen solo para
obtener el costo y el mantenimiento de las instalaciones. Y por supuesto que se
liberalice el autoconsumo, que el quiera desengancharse de Endesa, Iberdrola,
etc., lo pueda hacer con total libertad y sin penalizaciones o sanciones de
ningún tipo. ¿No se aboga por el mercado global y libre, por qué se pone
zancadillas a los fabricantes y consumidores de equipos fotovoltaicos, eólicos,
etc.?
Una vez más,
podemos observar que lo que viene sucediendo desde hace años, o sea, la
práctica habitual es la sobre protección de los poderosos que te reservan un
sillón para cuando termines tu periplo político, pero que sin embargo, siguen
sin prestar atención ni beneficiar a la ciudadanía. ¡Estoy harto de políticos
así!
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