Hay voces que
hablan de ayudas externas que vendrán a solucionarnos los problemas, o sea, a
cambiarnos la vida, y esto cuesta creerlo, a mi me cuesta creerlo. No niego que
haya influencias externas que interaccionan con nosotros, por supuesto, de esto
estoy totalmente convencido, pero me cuesta más creer en los planes diabólicos,
la lucha de entidades en los planos extrasensoriales, o bien, en las
influencias marcianas, extraterrestres, etc. Me siento de aquí, de este suelo,
de esta tierra que pisamos, e indudablemente tenemos capacidades por
desarrollar o actualizar, que nos pueden cambiar la vida; esto me consta.
Por otro lado,
no habrá quien diga que el panorama no está bastante enrarecido: guerras que no
acaban, terrorismo salvaje que parece ser un sinsentido, una corrupción
impresionante, una deshumanización vergonzosa, una competitividad mal
entendida, una educación deficiente y generalizada, etc. En estos momentos, os
confieso, que creo no saber nada o estoy hecho un lio. La humanidad se ha
vuelto loca, todo gira a demasiada velocidad, se ha desarrollado una carrera
delictiva extendida por medio mundo, y esto no pinta nada bien, o revienta, o
nace una revolución, o la humanidad se hace consciente de donde está. No sé que
va a suceder, pero creo que por demasiado tiempo no vamos a poder seguir al
ritmo que llevamos.
Esto es
agotador y cansino, es rallante en cuanto a que parece el día de la marmota; te
despiertas y hay más de lo mismo. Parece que estuviéramos contenidos en una
espiral de demencia colectiva, en la que hemos perdido de vista nuestra propia
identidad. Ya sé que estoy mezclando las cosas, que tan pronto hablo de lo
exterior, como lo hago de lo interior, pero es que trato de llegar a lo que
creo saber: que lo interior y lo exterior es lo mismo cuando nos situamos en el
centro de los que somos. De los individuos más insensatos o descarriados,
provienen los brotes psicóticos de violencia aplicada sobre sus semejantes. De
esos mismos brotes de demencia provienen todas las artimañas o juegos sucios,
con los que engañar a los demás, con los que explotar a los demás, con los que
dejar morir a los demás. Es desamor, inconsciencia, falta de sentimientos hacia
nuestros semejantes, lo que determina que se lleven a cabo macabros planes
contra parte de la humanidad.
El amor nace
del fondo de cada uno de nosotros, está ahí, en todos, aunque algunos parecen
haberlo dejado a un lado, aislado y abandonado. El amor se rinde ante una
mirada sincera y con sentimiento, también lo hace ante una sonrisa
transparente, un abrazo o cualquier otro gesto abierto y directo. Por esto, es
aún más incomprensible que se sigan produciendo aberraciones relacionadas,
siempre, con el dinero: se mata por el poder del dinero, se engaña por lo
mismo, se destruye por la misma razón; algunos son capaces de ejercer la mayor
crueldad por el dinero, siempre el dinero en el centro de los horrores de
nuestra existencia. ¿No se dan cuenta esos personajes oscuros, que ese no es el
camino? El horror alcanzará a esos tenebrosos personajes, lo hará tarde o
temprano, porque ellos también viven aquí, y esa inseguridad, miedo e
injusticia, se tornará en violencia y se los llevará por delante, a ellos o a
los suyos…, entonces sufrirán las consecuencias de sus actos.
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