Somos varios miles
de millones las personas que poblamos el Planeta Tierra, ¿cómo podríamos
sentirnos bien, todos?, ¿habría alguna manera de que eso ocurriera? Esto es
fundamental, tenemos que ser felices y hacer de este, un mundo mejor. Debemos
hacernos, cada día, mejores personas. Tenemos que poner de nuestra parte, y el
sentido de la humanidad ha de ascender en la escala de valores. Tenemos que
ayudar a los más necesitados, pero no para que prosigan toda su vida siendo personas
que mendiguen ayuda, sino para que asciendan hacia posiciones más dignas. Hay
que poner fin a los abusos de poder que se cometen en el mundo. Hay que poner
fin a las guerras y al terrorismo. Se han de implicar todos los dirigentes de
todos los países para que lleguen a acuerdos pactados y dialogados, a través de
los cuales se respete la diversidad y la pluralidad.
Hay que
desenmascarar a los dictadores del mundo, a los explotadores, a los
defraudadores, a los que se dedican a desestabilizar y crean conflictos por
intereses propios. Hay que darles la oportunidad de cambiar bajo una estricta
vigilancia, y si no lo hacen hay que destituirlos, apartándoles de cualquier
posición de poder, y si no es suficiente, habría que encerrarlos. Todas estas
medidas no se pueden dejar para mañana, hay que comenzar a ejercerlas hoy. Es
necesario y urgente que la humanidad aproveche todo su potencial creativo, científico,
educativo, etc., en pos de un conjunto de seres vivos cada día más felices, más
compenetrados, más progresistas, que ganan en confort, inteligencia, amor y en
capacidad de acometer proyectos mayores y más hermosos.
Si mañana
seguimos con los mismos conflictos y problemas, diseminados por todo el
Planeta, es que seguimos siendo hombres de las cavernas, aunque hayamos pasado
por las mejores universidades, tengamos un extraordinario trabajo, vistamos a
la última o tengamos un deportivo de lujo. Seremos más miserables que los
reprimidos, los que no tienen qué comer, a los que les caen las bombas a los
pies, etc., con la diferencia que la miseria que sufren esos pobres es impuesta
por locos y desaprensivos. Los que actúan miserablemente con los demás, en su
caso, es genético y ruin.
A mucha gente
no le entra en la cabeza ni le sale de dentro atentar contra la humanidad, sin
embargo, hay otra gente que casi no es del género humano, al menos así lo
parece, que dan ordenes para: aniquilar a poblaciones enteras, dejar sin agua o
sin comida a millones de personas, tener veinte horas trabajando a mujeres y
niños por salarios de risa e indecentes, dejar que vivan en chabolas situadas
en zonas inundables y peligrosas, propagar enfermedades para aniquilar a parte
de la población de una zona del mundo o para realizar ventas abultadas de
medicamentos. Esa gente también es capaz de: incendiar grandes extensiones de
monte para especular con la tierra, deforestar a lo bestia sin importarles que
los indígenas del lugar, o las especies animales autóctonas, se queden sin su hábitat
natural.
Esa misma
gente que hace todo eso, trata de dirigir el destino de los países, interviene
en las leyes y en los Gobiernos, a los que les imponen lo que se puede y no se
puede hacer. De este modo somete a la ciudadanía del mundo, país a país. De
fondo, siempre estará presente el enriquecimiento de ellos, sin importarles los
resultados de sus mandatos. Por eso, el mundo está como está, todo revuelto y
convulso. No se puede aspirar a ser rico humillando al resto de la gente. Los
demás somos muchos más y debemos abrir nuestras mentes, movilizarnos y poner el
punto final a este desbarajuste, a esta inconsciencia.
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